El Libro del Profeta JOEL
Este libro recibió su nombre del personaje cuyas profecías presenta. Joel, Heb. Yo"el, quizá significa "Yahweh es Dios".
No sabemos nada de Joel excepto lo que se revela en su libro. Su padre era Petuel, Bathoul en la LXX (cap. 1: 1), pero quién fue éste, no lo sabemos. Joel parece que era oriundo de Judá. Su misión profética se relacionó con Judá y Jerusalén (cap. 2: 1, 15; 3: 1, 6, 18, 20-21). En toda su profecía no hay una sola mención de Israel.
A diferencia de muchos otros profetas (Isa. 1: 1; Ose. 1: 1, Amós 1: 1; etc.), no nos dice nada en cuanto al rey, o los reyes, en cuyo tiempo profetizó. Por lo tanto, es necesario depender de la evidencia interna del libro para establecer la fecha. No se puede deducir nada con certeza por la posición del libro en el canon, porque no estamos seguros de que los libros estén colocados en un orden cronológico exacto. En el canon hebreo el libro ocupa el mismo lugar que en castellano, entre Óseas y Amós. En la LXX ocupa el cuarto lugar en la lista de los llamados profetas menores, colocado después de Miqueas que allí ocupa el tercer lugar. Algunos consideran que Joel es el más antiguo de los profetas mayores y menores; otros lo consideran como postexílico. Un tercer punto de vista sitúa a Joel en el siglo VII, durante los primeros años de Josías. Hay un resumen de los argumentos para estas diferentes fechas en las pp. 22-23. Aunque no se puede comprobar definitivamente ninguna fecha, este Comentario ha adoptado la fecha del siglo VII por las razones que se exponen en las páginas citadas.
Joel ocupa un lugar importante entre los profetas hebreos, y ha sido clasificado con Isaías y Habacuc por su estilo sublime y elevado. Es notable también por sus vivas descripciones y lo pintoresco de su dicción. Su estilo es puro y claro.
El libro está dividido en dos partes: (1) Cap. 1: 1 a 2: 17, la descripción de una invasión terrible de "langostas" (ver com. cap. 1: 4), evidentemente acompañada de una sequía; y (2) cap. 2: 18 a 3: 21, la promesa de que Dios nuevamente sería misericordioso. Se han dado dos interpretaciones para la descripción de la plaga de "langostas": (1) La literal, que considera que verdaderas nubes de langostas fueron la causa de las súplicas del profeta; y (2) la alegórico, que opina que las "langostas" son una representación metafórica de la invasión de ejércitos hostiles. En general, la interpretación literal parece ser más probable (ver com. cap. 1: 4). 962
Cualquier interpretación que se acepte no altera en nada las enseñanzas del libro. El desastre nacional, ya sea real o figurado, da lugar a una exhortación al arrepentimiento (cap. 1: 13-14; 2: 1, 12-17), y para una disertación acerca del "día de Jehová" (cap. 1: 15; 2: 1-2, 11, 31; 3: 14). La visión de la gloria futura contempla el establecimiento de los judíos en su propia tierra, cuya productividad ha sido restablecida, y que goza del favor del cielo tanto temporal como espiritualmente. Presenta, además, la oposición que se despertaría y el esfuerzo de las naciones enemigas para aplastar a la nación próspera, y finalmente el castigo de Dios sobre esos enemigos y la prosperidad subsiguiente y estable de la nación judía.
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