El libro de los Salmos, o Salterio, deriva su nombre en castellano del título que la colección tiene en la LXX, Psalmói, plural de psalmós o sea una canción entonada con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Un manuscrito tiene el título Psaltérion, de donde deriva el término "salterio". Psalmós es la traducción griega del mizmor hebreo, nombre técnico de muchos de los salmos. La raíz de mizmor es zamar, que significa "cantar con acompañamiento musical", o simplemente "cantar" o "alabar". En la Biblia hebrea el título del libro es Tehillim, "alabanzas"; y en la literatura rabínica, Séfer Tehillim, "libro de alabanzas". Tehillim deriva de la raíz halal, "alabar". HalaI nos resulta familiar debido a la palabra aleluya.
Los hebreos dividían sus escritos sagrados (el AT) en tres partes: la Ley (Torah), los Profetas (Nebi"im) y los Escritos (Kethubim) (ver t. I, pág. 41). La división llamada Escritos incluía los tres libros poéticos: Salmos, Proverbios y Job; los cinco rollos (Megilloth): Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester, y los libros históricos de Daniel, Esdras, Nehemías y Crónicas. Como se consideraba que Salmos era el más importante de los Escritos, ese título a menudo designaba a todo el grupo. Por esta razón los hebreos se referían con frecuencia a las tres divisiones de sus escritos sagrados como "la ley, los profetas y los salmos" (ver Luc. 24: 44).
Los salmos son la obra inspirada de varios autores. Toda la colección en su forma final fue reunida posiblemente por Esdras, Nehemías o algunos de los escribas inmediatamente posteriores. Ver el comentario en el material suplementario de EGW sobre Esdras, en Esd. 7: 6-10. Las indicaciones más antiguas que tenemos respecto al origen de los Salmos están en los títulos o sobrescritos que aparecen al principio de dos terceras partes de los salmos. Estos sobrescritos aparecen en hebreo como parte del texto, y son más antiguos que la LXX. No obstante, muchos eruditos creen que fueron puestos al comienzo de los salmos después de que éstos se compusieron, por lo cual se duda de su validez y autenticidad. Estos eruditos presentan los siguientes argumentos: que (1) es incierto el origen de estos sobrescritos; (2) su contenido es a veces ambiguo u oscuro, y (3) parece difícil hacer concordar el contenido y estilo de algunos de los salmos con lo que afirman los sobrescritos o lo que se puede inferir de éstos. 622
Los estudiantes más conservadores de los salmos se inclinan por dar mayor importancia a las declaraciones explícitas de los sobrescritos como tradición muy antigua y valiosa: (1) porque puede probarse que ya existían por lo menos en el segundo siglo AC, pues están en la LXX (en verdad deben remontarse a un tiempo muy anterior, porque los traductores de la LXX no entendieron muchas de sus expresiones); (2) porque nos han llegado como parte del texto hebreo mismo; (3) porque los poemas líricos hebreos desde los tiempos más antiguos tenían sobrescritos, y (4) porque los sobrescritos proporcionan cierto material adicional que permite una comprensión más completa del significado y mensaje de los salmos que los tienen. Este Comentario acepta la segunda posición.
Ocho nombres de personas que aparecen en los sobrescritos parecen ser autores, colaboradores, compiladores, músicos u otros que se relacionaron con la composición, compilación y escritura de la poesía lírica sagrada. Los nombres son David, Asaf, Coré, Moisés, Hemán, Etán, Salomón y Jedutún.
El más destacado de estos nombres es el de David. Aunque algunos críticos modernos niegan que David fuese el autor principal del libro de los Salmos y el colaborador más prolifero de la colección, pueden presentarse muchas razones para apoyar la creencia tradicional. David era un verdadero poeta y músico (1 Sam. 16: 15-23; 2 Sam. 23: 1; Amós 6: 5). Era un hombre profundamente emotivo, de magnanimidad notable (2 Sam. 1: 19-27; 3: 33, 34), y de gran fe y sentimientos profundos que hallaron su expresión adorando con entusiasmo a Jehová. Bajo su dirección sabia y benévola floreció la música en Israel. La captura de la fortaleza pagana de Jebús y el traslado del arca a un santuario en las alturas de Sión, aumentaron la importancia del culto público y estimularon la composición de himnos y música para el ritual sagrado.
La familiaridad de David con la naturaleza, su conocimiento de la ley, su aprendizaje en la escuela de la adversidad, del dolor y de la tentación, sus años de compañerismo íntimo con Dios, su emocionante vida como rey de Israel, la seguridad que Dios le dio de que le suscitaría un Rey eterno sobre el trono de David, fueron las experiencias que capacitaron al rey-pastor, el hijo de Isaí, para cantar las canciones más dulces y más tristes del alma humana sedienta de Dios. Más aún, en los salmos abundan las referencias y alusiones a la vida de David y las evidencias de su personalidad y capacidad poética. La vinculación del nombre de David con los salmos y con las partes de los salmos que se citan en 2 Sam. 22 y 1 Crón. 16: 1-36, son una prueba importante de que él fue su autor. Las evidencias del NT al usar el nombre de David en Mat. 22: 43-45; Mar. 12: 36, 37; Luc. 20: 42-44; Hech. 2: 25; 4: 25; Rom. 4: 6-8; 11: 9, 10; Heb. 4: 7, aumentan el peso de este argumento. Los escritos de Elena G. de White también proporcionan un testimonio sustancial (ver PP 694-818; Ed 159, 160).
Setenta y tres salmos llevan en su sobrescrito la frase "de David" (en Heb. ledawid ): 37 en el Libro Primero, 18 en el Libro Segundo, 1 en el Libro Tercero, 2 en el Libro Cuarto, y 15 en el Libro Quinto. A estos 73 salmos se los llama comúnmente Colección Davídica. Sin embargo, la expresión ledawid, "de David", no es en sí misma una evidencia suficiente para atribuir a David la paternidad literaria del salmo sobre el cual aparece la misma. La preposición hebrea le expresa una cantidad de relaciones; ser autor es una de ellas. A veces le expresa la idea de "pertenecer a"; de ahí que ledawid podría significar "perteneciente a la colección de". Sin embargo, otras evidencias se unen para demostrar que David escribió por lo menos una buena cantidad de estos salmos. La opinión de los eruditos es que la preposición le con relación 623 a los salmos no implica, ni mucho menos comprueba, que ledawid signifique que David fue autor de todos esos salmos. Por otra parte, sirve para mostrar que David fue el más destacado de los salmistas.
Como ocurre con la expresión ledawid, le"asaf no es evidencia positiva de paternidad literaria. Varios de los salmos de esta colección indudablemente fueron escritos por David (ver las introducciones a Sal. 73, 77, 80). Asaf era un levita, uno de los directores de coro de David. Como David, Asaf era vidente y compositor (ver 1 Crón. 6. 39; 2 Crón. 29: 30; Neh. 12: 46). En la lista de cautivos que regresaron a Jerusalén, los hijos de Asaf son los únicos cantores mencionados (Esd. 2: 41).
En el sobrescrito de 11 salmos aparece la frase "para los hijos de Coré" (Sal. 42, 44-499 849 851 879 88). La palabra hebrea traducida "para" es le, la misma preposición traducida "de" en la frase "Salmo de David". Los hijos de Coré escaparon al castigo infligido por la rebelión de su padre contra la autoridad de Moisés (ver Núm. 16: 1-35), y sus descendientes llegaron a ser dirigentes en el culto del templo (ver 1 Crón. 6: 22; 9: 19).
Un salmo, (el 88) designado "para los hijos de Coré" también se denomina "Masquil de Hemán ezraíta". Hemán era hijo de Joel y nieto de Samuel (Heb.
Shemu"el), coatita de la tribu de Leví y uno de los directores de la música del templo (1 Crón. 6: 33; 15: 17; 16: 41, 42).
Los títulos de tres salmos (39, 62 y 77) tienen el nombre de Jedutún, que fue jefe de un grupo de músicos del templo (ver 1 Crón. 16: 41, 42), el cual quizá arreglaba y compilaba música para el templo. Sin embargo, estos títulos tienen otros nombres además del de Jedutún, y es probable que los tres salmos no fueran escritos por éste sino que tal vez debían ser cantados con melodías compuestas por él.
Aproximadamente la tercera parte de los salmos no lleva sobrescrito alguno; por lo tanto, son enteramente anónimos (se los llama salmos huérfanos). Se ha pensado que entre los compositores de los salmos hubo otros personajes meritorios del AT tales como Esdras, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Hageo.
Los intentos modernos de descubrir los autores y las fechas de los salmos comenzaron a mediados del siglo XIX, mediante un estudio de las referencias que hay en los sobrescritos. Durante los últimos cien años los eruditos han estimado que los salmos fueron escritos en un lapso superior a los mil años: desde Moisés hasta Alejandro Janneo (m. 78 AC). Hay una disparidad creciente en sus opiniones. Heinrich Ewald, erudito alemán fallecido en 1875, adjudicó 13 salmos a la época de David, y consideró que la mayoría del resto de los salmos eran postexílicos. Cheyne (escribió de 1888 a 1891) asignó 16 salmos a tiempos preexílicos (principalmente durante el reinado de Josías), y consideró todos los demás como postexílicos, 30 de los cuales habrían sido escritos en el tiempo de los macabeos. Con el surgimiento de la alta crítica entre los estudiosos de la Biblia a fines del siglo XIX, hubo una tendencia general a considerar que sólo unos pocos de los salmos pertenecían al tiempo de David; la mayoría fueron considerados como producto de tiempos postexílicos, principalmente de los períodos persa y griego, y algunos evidentemente macabeos. Con todo, a fines del siglo pasado la tendencia general fue ubicar la mayoría de los salmos en el período persa. Los nuevos conocimientos en cuanto al uso de salmos entre las naciones limítrofes de Israel han hecho que la tendencia 624 actual sea considerar muchos de los salmos como preexílicos. Los descubrimientos arqueológicos del siglo XX, especialmente el hallazgo de las tablillas de Ras Samra (Ugarit), de 1929 en adelante, tienden a comprobar que muchos de los salmos se remontan a fechas muy antiguas de la historia de Palestina (ver H. H. Rowley, cd., The Old Testament and Modern Study).
Buttenwieser (1938) sitúa los salmos desde Josué hasta el período griego, y ninguno posterior a 312 AC.
Los eruditos conservadores generalmente opinan que los salmos se compusieron en un período de mil años. Aunque no se pueden situar muchos salmos con exactitud en un punto específico de la historia del pueblo hebreo que va desde Moisés y David hasta los años que siguieron inmediatamente al exilio, puede deducirse con seguridad que el tiempo de su composición queda dentro de estos límites.
Muchas de las hipótesis que buscan establecer la paternidad literaria y la fecha de muchos de los salmos, son sumamente ingeniosas e interesantes; pero varias de ellas nada tienen de concluyente. Las razones que han inducido a muchos eruditos modernos a rechazar total o parcialmente la autoridad de los sobrescritos de los salmos han dado como resultado diferencias tan grandes de opinión, que el asunto está en un estado de confusión casi irremediable. Cuando la paternidad literaria y el marco histórico son seguros y razonables, este Comentario sigue el plan de incluir esas informaciones en las notas introductorias de los respectivos salmos, antes del comentario acerca del texto mismo. Cuando en esas notas se emplea la palabra "salmista", no siempre significa un determinado autor -como David, Asaf o uno de los hijos de Coré-, sino que puede emplearse para expresar paternidad literaria en términos generales.
Aun cuando se desconozcan el autor y el marco histórico de muchos salmos, esto de ningún modo nos impide aceptar todo el cuerpo de los salmos como el producto de hombres que "hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped. 1:21).
Entre los hallazgos arqueológicos más notables en años recientes, los que más han contribuido a una mejor comprensión de los salmos provienen de Ras Samra, en el norte de Siria, lugar llamado Ugarit en tiempos antiguos (ver mapa frente a pág. 449, t. I). En las excavaciones comenzadas en 1929 en este lugar, se han desenterrado centenares de tablillas de arcilla que usaron la escritura cuneiforme. Esta escritura desconocida hasta el tiempo de su descubrimiento, ha sido ya descifrada gracias, mayormente, a los hábiles esfuerzos del Prof. Hans Bauer y de P. Dhorme. En las tablillas hay textos mitológicos que tratan de la religión de los antiguos cananeos (ver t. I, págs. 135-137). El estudio de estos documentos se ha convertido en una ciencia especial llamada "ugarítica", nombre que se le ha dado también al idioma y a la escritura en la cual se redactaron estos documentos.
El ugarítico era un dialecto cananeo hablado por la población del noroeste de Siria a mediados del segundo milenio AC. Puesto que el idioma hebreo se diferencia muy poco del antiguo cananeo, la literatura religiosa ugarítica ha aclarado muchas frases y palabras oscuras del AT, especialmente de los salmos. La terminología y el vocabulario de la literatura religiosa ugarítica sólo tienen ligeras diferencias con los que usa la Biblia.
Además de aclarar muchos pasajes oscuros de los salmos, el estudio de la literatura ugarítica también ha mostrado que los salmos bíblicos son de mucha mayor antigüedad de la que muchos eruditos modernos les asignaban. Se ha demostrado que muchos salmos que la alta crítica había situado en la época macabea, contienen frases que eran de uso común en el segundo milenio AC, pero que no lo eran en el período helenístico. Esto tiende a dar un mayor fundamento a las fechas antiguas 625
Sin embargo, la mayor contribución que el ugarítico ha hecho a los salmos es en lo que atañe al vocabulario y la fraseología. Muchos pasajes que anteriormente eran oscuros porque se había perdido el significado de las palabras y sólo podía suponérselo, ahora son claros y significativos gracias a un estudio de los equivalentes ugaríticos. En otros casos, el ugarítico ha confirmado lo que tradicionalmente se había entendido, y la traducción del texto que se halla en nuestra Biblia actual.
En los comentarios de los pasajes correspondientes se advertirán los casos en que el ugarítico ha contribuido mucho a una mejor comprensión de determinado texto o palabra. Sólo en unos pocos casos excepcionales se hará notar el hecho de que el ugarítico respalda la interpretación tradicional. Las notas acerca de ese idioma se basan en gran medida en la obra de los siguientes eruditos, los cuales han demostrado la influencia del ugarítico en el estudio de los salmos: W. F. Albright, H. L. Ginsberg, C. H. Gordon, U. Cassuto y J. H. Patton. El autor está en deuda con la obra de estos hombres y les expresa aquí su profunda gratitud.
El hombre está en dificultades, pero Dios lo socorre. Este es el tema -de alcance universal- del libro de los Salmos. En estos poemas sagrados oímos el clamor no sólo del hebreo, sino del hombre universal que se eleva a Dios en procura de ayuda, y vemos la mano de la Omnipotencia que desciende para socorrer. No es extraño que durante siglos, tanto para el judío como para el gentil, el salterio haya proporcionado material para la oración privada y para el culto público y haya servido satisfactoriamente como liturgia formal del templo y la sinagoga hebreos, como himnario de la iglesia cristiana y como libro de oraciones para los solitarios hijos de Dios de distintas razas o credos.
La historia del uso del salterio entre los hebreos es muy interesante. Desde muy antiguo los salmos llegaron a ser la expresión de la devoción del pueblo tanto en la vida privada como en el culto público.
Una parte importante del culto del templo era el canto de los salmos por coros antifonales, que se hacía en forma de recitado con ligera entonación musical o por el coro y la congregación en estilo antifonal. David fijó este modelo al confiar un salmo "para celebrar a Jehová" en las manos de Asaf y sus hermanos cuando llevó el arca a la tienda recientemente levantada para ella en Jerusalén (ver 1 Crón. 16: 7-36). Según la Mishna y el Talmud se asignaba un salmo para cada día de la semana, para cantarlo después del sacrificio diario cuando se vertía la libación de vino.
Se escogieron salmos especiales como adecuados para las grandes fiestas: Los Sal. 113-118 para la Pascua; el Sal. 118 para el Pentecostés, la fiesta de los Tabernáculos y de la Dedicación; el Sal. 135 para la Pascua; el Sal. 30 para la dedicación; el Sal. 81 para la nueva luna, con el Sal. 29 para el sacrificio vespertino de ese día; y los Sal. 120-134 para la primera noche de la fiesta de los Tabernáculos.
En la sinagoga las oraciones diarias reemplazaron a los sacrificios del templo, y se hizo corresponder lo más posible el servicio diario con el del templo. Después de la destrucción del templo se usaban los salmos como oraciones junto con la lectura de la Ley y los Profetas, y proporcionaban así una comunión constante con Dios en el culto público. Se usaban determinados salmos para ocasiones especiales: el Sal. 7 para Purim; el Sal. 12 para el octavo día de la fiesta de los Tabernáculos; el Sal. 47 para el año nuevo; los Sal. 98 y 104 para la luna nueva; los Sal. 103 y 130 para la expiación. La gente sabía de memoria los grandes hallel, o "aleluyas": Sal. 104-106;
En la sinagoga moderna el uso de los salmos varía según el ritual que se emplee (europeo oriental, hispano-lusitano, yemenita, italiano, etc.), pero los salmos ocupan un lugar de honor en todos los rituales.
Igualmente en la vida del judío ortodoxo, desde que se levanta hasta antes de iniciar el descanso de la noche, los salmos son una parte importante de sus oraciones.
Los cristianos han seguido hasta cierto punto el molde fijado por el judaísmo. Jesús de Nazaret citó con más frecuencia de los Salmos y de Isaías que de otros libros del AT. Ningún otro libro del AT se cita con tanta frecuencia en el NT como el de los Salmos, con la posible excepción de Isaías. Los primeros cristianos incorporaron los salmos en su culto (ver 1 Cor. 14: 26; Efe. 5: 19; Col. 3: 16; Sant. 5: 13), y las iglesias que siguieron continuaron esa práctica a través de los siglos. Crisóstomo (c. 347-407) atestigua la preponderancia de los salmos en todas las formas de culto. En la iglesia medieval el clero recitaba todo el libro de Salmos semanalmente. Se dice que San Patricio recitaba cada día todo el libro de SaImos.
Los salmos son una parte muy definida del ritual católico, tanto romano como oriental, y continúan ocupando un lugar importante en el culto de las diversas denominaciones protestantes de la iglesia cristiana, según se puede observar y experimentar hoy.
En su trato del tema de la aflicción del hombre y el socorro de Dios, los salmos se nutren de la realidad personal y nacional de un pueblo que experimentó muchos dolores y alegrías, frustraciones y gozos, chascos y satisfacciones; de las reacciones de un pueblo que sintió profundamente el acerbo dolor de sus vicisitudes y se expresó con emocionada libertad. De ahí que los salmos reflejen casi toda experiencia posible para el ser humano, y prácticamente expresan todas sus emociones. "Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenación propia hasta la fe más sublime y la más exaltada comunión con Dios" (PP 818). Tratan de la enfermedad y el saneamiento, del pecado y el perdón, de la tristeza y el consuelo, de la debilidad y la fortaleza, de lo efímero y lo permanente, de lo vano y lo que tiene propósito.
Hay salmos para toda persona, en cada estado de ánimo y necesidad: para los frustrados, los desanimados, los ancianos, los desesperanzados; para los enfermos y para los pecadores; salmos para el joven, para el vigoroso, para el que tiene esperanza, para el hijo de Dios fiel y creyente, para el santo triunfante. Hay salmos con sólo una tenue nota de esperanza en su atmósfera de desesperación; por otra parte, hay salmos de alabanza que no contienen ni una sola palabra de ruego. Hay salmos en los cuales el pecador se detiene "en el lugar secreto" de la "presencia" de Dios "bajo la sombra" de sus "alas" para expresar sus más íntimos sentimientos en la soledad; y hay salmos en los cuales el santo de Dios se une a la vasta asamblea de adoradores en la gran congregación y, acompañado con toda suerte de instrumentos, alaba a Dios en alta voz. En toda la colección se exalta a Dios como la solución de todos los problemas humanos, como el Todo en todos: nuestra esperanza, nuestra confianza y nuestra fortaleza; nuestro triunfo encarnado en el Mesías, cuya llegada trae redención y da lugar al reino universal y eterno de justicia. Cristo actúa a lo largo de los salmos; en ellos contemplamos destellos proféticos de su deidad (Sal. 45: 6; 110:1), de su condición de Hijo (Sal. 2: 7), de su encarnación (Sal. 40: 6, 7), de su sacerdocio (Sal. 110: 4), de su traición (Sal. 41: 9), de su rechazo (Sal. 118: 22), de su resurrección (Sal. 16: 9, 10) y de su ascensión (Sal. 68: 18). "La llave de oro del Salterio está en una mano traspasada" (Alexander). 627
Entre las muchas fases de la forma en que el salmista desarrolla su gran tema se pueden sugerir las siguientes declaraciones como de importancia especial:
1. El alma consagrada no puede imaginar mayor bendición que la de estar en la presencia de Dios, ni mayor calamidad que la de ser excluida de su presencia.
2. El Dios creador y gobernante soberano del universo es al mismo tiempo el padre amante de sus hijos y tierno pastor de sus ovejas.
3. La religión verdadera es una experiencia intensamente gozosa, que abunda en toda forma de expresión y requiere la consagración de todos los valores humanos para la alabanza de Dios. "Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón" (Sal. 9: l).
4. La petición y el agradecimiento deben ir juntos. La oración y la alabanza son compañeros. Cuando el salmista pide una bendición a Dios, lo alaba por la abundancia de sus bendiciones y le agradece por la bendición como si ya la hubiese recibido.
5. La contemplación de la naturaleza siempre induce al alma consagrada a alabar a Dios como creador: la naturaleza nunca es un fin en sí misma.
6. Puesto que la historia muestra que Dios ha bendecido abundantemente a su pueblo en lo pasado, puede esperarse confiadamente que continuará bendiciéndolo ahora y en lo futuro.
7. La rectitud tiene su recompensa al fin. En general, la vida terrenal consagrada es muchísimo más satisfactoria que el camino del mundo; y al fin proporciona satisfacción eterna. Y a la inversa, la maldad trae sufrimiento y por último la muerte. Aunque los impíos parecen prosperar durante un tiempo, la justicia del gobierno de Dios demostrará al fin la necedad de su camino y les dará el resultado lógico de su impiedad.
8. El hijo de Dios tiene el privilegio y la responsabilidad de compartir su experiencia con otros. El nacionalismo evidente de algunos de los salmos se desvanece en otros ante el reconocimiento que el salmista tiene de la iglesia universal.
9. El dolor, el sufrimiento y la enfermedad forman parte del plan redentor de Dios, y debe aceptárselos como instrucción y amonestación. Todos los problemas de la vida se resolverán finalmente con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino eterno de justicia.
10. En el gobierno de Dios, "la misericordia y la verdad se encontraron" (Sal. 85: 10), es decir la ley y el Evangelio se unen con una unión perfecta.
Para expresar mejor el dilatado tema de los salmos en sus muchas fases, los salmistas escogieron la poesía lírica como la más apropiada para manifestar mejor los más profundos sentimientos del hombre y sus más altas aspiraciones y anhelos de disfrutar de la comunión con Dios. Los salmos son "la perfección máxima de la poesía lírica" (Moulton). Pero para el lector ocasional, acostumbrado a las formas métricas de la poesía occidental, los salmos no tienen forma poética, pues no halla en ellos el ritmo y la rima que constituyen -salvo excepciones- los rasgos típicos de la poesía de los idiomas occidentales. La poesía hebrea, que alcanza su perfección máxima en los Salmos, es de naturaleza enteramente distinta a la de la poesía de Occidente. Su ritmo no consiste en una repetición regular de sílabas acentuadas e inacentuadas, con rima final y a veces dentro de los versos. Parece que el acento que se repite irregularmente es un rasgo característico de la forma de la poesía hebrea, pero su naturaleza despierta la curiosidad de los eruditos, quienes aún no la comprenden plenamente (ver pág. 29). La rara aparición de sonidos similares al final de versos contiguos no significa que el poeta hubiera querido rimarlos. Ninguno de estos elementos aparecen en las traducciones comunes al castellano. Es significativo que la 628 base métrica de la poesía hebrea, en común con la de otros idiomas del Cercano Oriente, es mucho más flexible que la base métrica de la poesía tradicional de Occidente. Es tan flexible, que revela en su estructura interna el desarrollo y la relación de los pensamientos que constituyen la composición entera.
La característica principal de la poesía hebrea es la cadencia de pensamiento llamada paralelismo o estructura equilibrada, en la cual se juntan versos dentro de una variedad de moldes. Esta estructura peculiar se ha comparado con el flujo y reflujo del mar, y, en palabras de un escritor alemán, al "elevamiento y hundimiento alternos del corazón atribulado". Hay algo en esta poesía que trasciende la nacionalidad; parece ser propia del corazón humano. Y el lector de la Biblia puede solazarse en el hecho de que esta forma poética del Cercano Oriente pierde poco o nada de su validez y belleza en las traducciones de la Biblia al castellano, a medida que él se acostumbra a la repetición de las frases, colocadas en orden de acuerdo con un amplio recurso de variaciones equilibradas.
l. Paralelismo sinónimo. El pensamiento se repite inmediatamente con palabras e imágenes diferentes. Los dos versos forman un dístico de ideas unificadas. En los dos primeros ejemplos, el paralelismo es total, tanto en sintaxis como en sentido. En el tercero, hay un paralelismo de ideas, pero se observa una construcción invertida. Se denomina paralelismo invertido o quiasmo; por ejemplo:
2.Paralelismo antitético. Aquí se contrasta o se invierte el pensamiento en la línea siguiente; dos pensamientos se contraponen mutuamente. Veamos los ejemplos:
3.Paralelismo sintético. En éste, el segundo verso del dístico añade un pensamiento afín al del primero, o completa el pensamiento; por ejemplo:
El uso del paralelismo ofrece muchos recursos complejos que se explican con más detalles en el artículo "La Poesía de la Biblia", págs. 26-29.
La disposición tipográfica del texto de los Salmos en las versiones castellanas de la Biblia -aunque sólo sea en prosa- se aproxima a la estructura poética del pensamiento rítmico del paralelismo hebreo. La RVR representa en buena medida la disposición métrica de la poesía hebrea de los Salmos. Hay versiones -la BJ y NC, por 629 ejemplo- que mantienen una nítida separación en los versos, y que además preceden éstos con las respectivas letras que tienen en el original hebreo.
Se han hecho muchas clasificaciones de los salmos según su tema y propósito. Barnes reconoció cinco clases: (1) himnos de alabanza a Dios, (2) himnos nacionales de los hebreos, (3) cánticos del templo, (4) salmos sobre temas de pruebas y calamidades nacionales e individuales, y (5) salmos religiosos y morales. Kent anotó los siguientes tipos: (1) amor y matrimonio, (2) alabanza y agradecimiento, (3) adoración y confianza, (4) oración, y (5) reflexión y enseñanza. MacFayden clasificó los salmos según once temas: (1) adoración, (2) reino universal de Jehová,
Basado en su estudio de las composiciones literarias que tienen la forma de poesía lírica religiosa no sólo en Israel y Judá sino también en las culturas antiguas y contemporáneas de los pueblos limítrofes del Cercano Oriente, Gunkel halló cinco tipos: (1) himnos, inclusive cantos de Sión y salmos de entronización, (2) lamentos públicos, (3) salmos reales, (4) lamentos individuales, y (5) cantos individuales de agradecimiento, con un grupo de salmom que se llaman "salmos mixtos". Clasificándolos según su forma literaria y propósito, Moulton designó los salmos como (1) introductorios, (2) monólogos dramáticos, (3) acrósticos, (4) coros dramáticos, (5) coros para la toma de posesión de Jerusalén, (6) litúrgicos, (7) himnos festivos, (8) himnos votivos, (9) letanías, (10) elegías nacionales, (11) himnos ocasionales y (12) coros festivos.
Para los fines de este Comentario, la siguiente clasificación -con notas a manera de definición y ejemplos típicos de cada clase- servirá para demostrar la variedad de ideas y extensión de temas del Salterio:
a. Naturaleza. Sal. 8, 19, 29, 104. Los hebreos, que vivían apegados a la tierra, eran amantes de la naturaleza. Sin embargo, su amor a la naturaleza nunca fue un fin en sí mismo, sino un medio que les señalaba al Dios de la naturaleza y los inducía a magnificar su majestad y poder creadores.
b. Históricos y nacionales. Sal. 46, 68, 79, 105, 106, 114. De los grandes incidentes del pasado, por deprimentes o reanimadores que hubieran sido, los salmistas extraían amonestaciones en cuanto a la conducta diaria e inspiración para el futuro. Su lealtad a Dios era siempre el punto central de su patriotismo. Era él quien los inspiraba en tiempos de crisis nacional.
d. Mesiánicos. Sal. 2, 22, 69, 72, 110. Se presenta al Mesías en su carácter divino-humano, en su humildad y exaltación, en su sufrimiento y gloria, en su servicio sacerdotal y dignidad como Rey, y en el triunfo final y la bienaventuranza de su reino eterno. El cuadro que presenta el NT de Cristo como Profeta, Sacerdote, Redentor y Rey está predicho en los salmos. Se ha dicho que de los salmos casi podría compilarse un tratado sistemático sobre el Mesías. Demás está decir que los salmos mesiánicos son también salmos proféticos. David no solamente fue cantor, sino también profeta (Hech. 2: 29, 30).
e. Penitenciales. Sal. 6, 32, 38, 51, 102, 130, 143. David se destaca como uno de los grandes penitentes de la Biblia. Es verdad que pecó gravemente, pero también es cierto que repudió enérgicamente su pecado, rindiéndose con dolor y contrición a los pies de su Salvador. Es significativo que de los siete salmos penitenciales, cinco 630 son atribuidos al rey-poeta, quien, cuando tuvo que hacer frente a la parábola de] profeta Natán respecto a la corderita, confesó inmediatamente: "Pequé contra Jehová" (2 Sam. 12: 1-13).
f. Imprecatorios. Sal. 35, 52, 69, 83, 109. Varios salmos censuran o maldicen a los enemigos de Dios y de su pueblo, por lo cual su tono parece contrario al espíritu con el cual Cristo declaró que debiéramos tratar a un enemigo (Mat. 5: 44). Para aclarar esto, expositores muy diversos han ofrecido las siguientes sugestiones, de valor variado:
1. La expresión de amenaza puede entenderse más como profética que como imperativa. El salmista prevé el castigo; éste no sobreviene en respuesta a su petición. Los verbos que expresan vivo deseo de venganza pueden considerarse como advertencias más bien que como expresiones de anhelo.
2. El carácter concreto del pensamiento y la expresión de los hebreos tendía a asociar al pecado con el pecador como una sola cosa. A la mente hebrea le resultaba difícil albergar la idea abstracta del pecado, salvo en la forma en que lo veía personificado en el pecador. El pecado y el pecador no eran separados, sino compañeros inseparables. Destruir al pecado equivalía a la destrucción del pecador.
3. Los hebreos creían que eran representantes escogidos de Dios entre los impíos. Por eso consideraban que un ataque de los paganos dirigido contra ellos era un pecado contra Dios y, por lo mismo, se sentían obligados a contraatacar. El salmista, consciente de ser ungido de Dios, siempre habla en nombre de Dios. Cuando el enemigo lo acosa, en realidad persigue a Dios. En relación con esto nótese que Moisés, en la apasionada intensidad del vibrante discurso de Deuteronomio, a veces deja de usar el pronombre de tercera persona y, por así decirlo, sin transición o frase explicativa alguna, habla directamente de la boca de Dios (ver Deut. 11: 13-15; 29: 5, 6). Puesto que el salmista escribía bajo la inspiración divina, tenía el derecho no sólo de censurar el pecado sino de pronunciar una sentencia contra el pecador. Estas imprecaciones contra el enemigo pueden compararse con las maldiciones contra los israelitas mismos por caer en el pecado, que se registran en Lev. 26, Deut. 27 y 28; con las censuras de Isa. 5: 24, 25; 8: 14, 15; Jer. 6: 2 l; 7: 32-34; con las vigorosas expresiones mediante las cuales Jesús censuró a los escribas y fariseos (Mat. 23), y con las palabras de los escritores del NT en Hech. 5: 3, 9; Gál. l: 8, 9; 5: 12; Sant. 5: 1-3. Como lo indican estas referencias, las imprecaciones de la Biblia no se limitan a los salmos, ni siquiera al AT. Se las encuentra también en el NT.
4. Hay que entender las acusaciones contra el pecador en armonía con el marco histórico de los tiempos en los cuales se escribieron. Entonces la gente se expresaba con vigor y con vívidas figuras de lenguaje. Los escritores de la Biblia expusieron sus ideas en lenguaje humano y en un estilo familiar para sus contemporáneos. "La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad.
Dios no está representado como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma" (1MS 24).
g. Oración, alabanza y adoración. Sal. 16, 55, 65, 86, 89, 90, 95-100, 103, 104, 107,142,143, 145-150. La voz del salmista se oye de continuo en oración: "Con mi voz clamé a Jehová" (Sal. 3: 4); "Oye mi oración, oh Jehová" (Sal. 39: 12); y en alabanza y adoración: "Te exaltaré, mi Dios, mi Rey" (Sal. 145: l), "Bendice, alma mía, a Jehová; y bendiga todo mi ser su santo nombre" (Sal. 103: l). Todas las vicisitudes de la 631vida se elevan por encima del medio ambiente y se las presenta como un tema de alabanza.
h.Peregrinación. Sal. 120-134. Son, en esencia, canciones populares, llamadas "cántico gradual" [canción de las subidas] en el sobrescrito. Estos cánticos tal vez eran entonados por los peregrinos mientras iban a las grandes fiestas en Jerusalén.
En hebreo estos salmos se llaman shir hamma"aloth (se designa al Sal. 121 como shir lamma"aloth). Ma"alah deriva de la raíz "alah, que significa "subir". Ma"alah se usa para referirse al ascenso o regreso a la patria desde Babilonia (Esd. 7: 9), para indicar "escalones" o "escaleras" (Exo. 20: 26; 1 Rey. 10: 19) y "grados de un reloj de sol" (2 Rey. 20: 9). En el título de estos salmos, ma"alah quizá se refiera a las peregrinaciones a las fiestas de Jerusalén (cf. su uso en Esd. 7: 9). La Mishna dice lo siguiente: "Quince gradas llevaban ... [del atrio de las mujeres] al atrio de los israelitas, y éstas correspondían a los quince cánticos de Maaloth en los Salmos, y sobre ellas cantaban los levitas" (Middoth 2.5). En Sukkah 5.1-4 se describe la primera noche de la fiesta de Tabernáculos. Se dice que los levitas tocaban arpas, liras, címbalos y trompetas sobre las quince gradas. La escena estaba iluminada por candeleros de oro en el atrio de las mujeres y la música seguía hasta el amanecer.
i. Salmos alfabéticos o acrósticos. Las letras iniciales de los versos de los Sal. 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, 119, 145 tienen en el texto hebreo una sucesión alfabética. Los nombres de estas letras iniciales se mantienen en algunas versiones. En la RVR encontramos los nombres de estas letras al comienzo de cada estrofa del Sal. 119. Los salmos acrósticos son de tres clases:
1. En unos, la primera letra de cada verso está en orden alfabético (Sal. 25, 34, 111, 112, 145; con unas pocas excepciones menores en Sal. 25 y 34).
2. En otros, las letras del alfabeto dan comienzo a versos alternados (Sal. 37) o están al principio de versos que se hallan a intervalos más amplios (Sal. 9 y 10).
3. El Salmo 119 se divide en 22 estrofas de 8 versos cada una, y cada línea de cada estrofa comienza con una misma letra del alfabeto. Las estrofas están precedidas alfabéticamente por las 22 letras hebreas.
El acróstico se usaba, sin duda, para ayudar a memorizar, lo cual se anticipó a nuestros abecedarios en más de 2.000 años. Por regla general, no se usan los salmos acrósticos para mostrar el desarrollo de un tema, sino para hacer repeticiones con palabras diferentes e ilustraciones variadas. Estilísticamente se caracterizan por la riqueza de expresión.
La presencia del acróstico -en los salmos donde se lo emplea- se ha indicado en este Comentario mediante los caracteres del alfabeto hebreo, colocados en el margen (ejemplo, Sal. 119). Hay una lista de las 22 letras del alfabeto hebreo en la pág. 15.
Desde tiempos muy antiguos el libro de los Salmos se dividió en cinco libros, posiblemente para imitar los cinco libros de Moisés. En el Midras de Sal. 1:2, se lee el siguiente comentario rabínico: "Moisés dio a los israelitas los cinco libros de la Ley, y para corresponder con éstos, David les dio el libro de los Salmos en cinco libros". Esta división quíntuple, que quizá es más antigua que la LXX, se indica mediante la inserción de doxologías y "Amenes" al fin de cada libro, salvo en el quinto, el cual sirve, a manera de doxología extensa, que culmina como conclusión de todo el Salterio.
Libro segundo, Sal. 42-72, que termina con una doble doxología, un doble "Amén", y la leyenda: "Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí" (Sal. 72:18-20).
Libro tercero, Sal. 73-89, que termina, como el libro primero, con una doxología y un doble "Amén" (Sal. 89: 52).
Libro cuarto, Sal. 90-106, que termina con una doxología, un "Amén" y un aleluya ("Bendito Jehová Dios de Israel", Sal. 106: 48).
Libro quinto, Sal. 107-150, termina con el Sal. 150, que comienza y termina con un aleluya ("Alabad a Dios"), y es en sí mismo un prolongado aleluya.
Dentro del cuerpo de los salmos, además de las colecciones davídicas, de Asaf y de los hijos de Coré mencionadas anteriormente, aparecen varias otras colecciones menores.
Los Sal. 51-72 son "las oraciones de David, hijo de Isaí" (Sal. 72: 20); los Sal. 52-55 son una colección de salmos maÑkil (ver pág. 633); los Sal. 56-60 son una colección de salmos miktam (ver pág. 633); los Sal. 57-59 son una colección de salmos "al tasijth (ver pág. 634); los Sal. 113- 118 constituyen el Hallel egipcio, llamado así por la primera frase del Sal. 114: "Cuando salió Israel de Egipto". La tradición judía afirma que el Hallel egipcio se usaba en el templo como parte del ritual de la Pascua. Se dice que se cantaban los diversos salmos de la colección mientras se pasaban los vasos que contenían la sangre de los corderos pascuales a lo largo de las hileras de sacerdotes, para que el sacerdote que ministraba los derramara al pie del altar. El pueblo se unía oralmente a la ceremonia, exclamando "aleluya", y repitiendo a intervalos ciertas estrofas de los salmos. Se puede considerar el Sal. 119 como una colección de 22 salmos cortos que constituyen una ingeniosa meditación en forma de acróstico sobre la ley. A los Sal. 120-134 se los ha llamado "cánticos graduales", y forman una colección de canciones folklóricas de los peregrinos (ver pág. 631). Los Sal. 145-150 constituyen un magnífico coro final de aleluyas. Al alma piadosa se le ofrece un conjunto de salterios dentro del Salterio.
La numeración de los Salmos es diferente en el hebreo y en el texto de la LXX y Vulgata. La numeración del texto hebreo masorético es la misma que aparece en la RVR y la RVA. La numeración de la LXX y la Vulgata se aprecia entre paréntesis en la BJ y en la mayoría de las Biblias católicas. La diferencia se debe a que en la LXX y la Vulgata los Salmos 9 y 10 como también los 114 y 115 se fusionan. Por otra parte, los Salmos 116 y 147 se dividen en dos salmos cada uno. Hasta el Salmo 9 y a partir del Salmo 147, la enumeración es idéntica. La LXX añade un Salmo 151. La tabla siguiente señala claramente la diferencia de enumeración en los Salmos afectados.
En el texto hebreo, el título o sobrescrito de un salmo constituye el vers. 1, totalmente o en parte. Esto amerita un cuidado adicional al hacer referencias a versículos del texto hebreo. Por ejemplo, Sal. 4: 1 (RVR) es Sal. 4: 2 en hebreo, pues el sobrescrito es el vers. 1. El texto hebreo de Sal. 4 tiene, por lo tanto, nueve versículos en vez de ocho, como aparece en la RVR. La BJ y la NC, entre otras, siguen la numeración de versículos que aparece en hebreo.
Ver también las págs. 621-623. Los sobrescritos de los salmos designan colecciones de salmos, tipos de salmos, melodías musicales y acompañamiento instrumental; además, proporcionan datos de autores y ocasiones.
a. Colecciones. Las referencias a David, Asaf o los hijos de Coré que hay en los sobrescritos de muchos de los salmos, parecieran indicar colecciones más pequeñas de salmos dentro del Salterio de 150 salmos. Hay 73 salmos en la colección de David, 12 en la de Asaf, y 11 en la de los hijos de Coré. Los sobrescritos de 55 salmos contienen la frase "Al músico principal", Heb. lamnatstséaj; "Para el maestro del coro", como si esta colección estuviese dedicada o confiada al "director" del coro (ver 2 Crón. 2: 2, 18; 34:13 para el uso de menatstséaj como "supervisor"). Lamnatstséaj se traduce "Al jefe de los cantores" (RVR), "Al maestro de canto" (NC) y "Del maestro de coro" (BJ) en Hab. 3: 19. Algunos sugieren la definición "para fines litúrgicos".
b. Tipos. Ciertas palabras o frases claves de los sobrescritos de muchos salmos parecen indicar la naturaleza o el tipo del salmo que tiene esa introducción. Son las siguientes:
1. Salmo. Heb., mizmor. Canto que debía entonarse con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Aparece en el sobrescrito de 57 salmos, siempre modificado por otras palabras como "de David". Mizmor deriva de la raíz zamar, "cantar", "alabar", "tocar un instrumento". La LXX traduce mizmor como psalmós (de psállÇ, "tocar [las cuerdas] con los dedos").
2. Canción. Heb., shir. Este vocablo aparece en el sobrescrito de 29 salmos. En el sobrescrito del Sal. 18, "cántico" es la traducción de shirah, forma femenina de shir. La frase "Canción de amores" (RVR), "Canto de amor" (NC, BJ), introduce el Sal. 45. En los sobrescritos de los Sal. 120-134, el adjetivo "gradual" modifica al sustantivo "cántico" (ver pág. 631).
3. Mictam. Transliteración del Heb. miktam. Esta voz aparece en los sobrescritos de seis salmos (16, 56-60). Se desconoce su significado. Según conjeturas, deriva de una raíz acadia, katamu, "cubrir". Los salmos así designados pueden considerarse como salmos de expiación, es decir que se refieren al perdón de los pecados. El término puede ser un título musical.
4. Masquil. Transliteración del Heb. máskil, derivado de la raíz sákal, "ser prudente". Su presencia en los sobrescritos de 13 salmos (32, 42, 44, 45, 52-55, 74, 78, 88, 89 y142) pareciera indicar que éstos son poemas instructivos o didácticos. Máskil se traduce "con inteligencia" (Sal. 47: 7); sin embargo, como la idea de instrucción, aplicada con propiedad, no corresponde bien con todos estos salmos, puede ser que máskil indique algún tipo de interpretación musical.
5. Oración. Heb. tefillah. Este vocablo está en los sobrescritos de los Sal. 17, 86, 90, 102 y 142 (cf. Hab. 3:1).
6. Alabanza. Heb., tehillah. Está en el sobrescrito de Sal. 145, y es la única vez que aparece en un sobrescrito del Salterio. La forma masculina plural, tehillim, es el título hebreo de toda la colección (ver pág. 621).
Hab. 3: 1). Su significado es dudoso. Se la ha clasificado como una oda irregular de naturaleza épica, apasionada. La raíz verbal es probablemente shagah, "vagar", "extraviarse", "bambolearse", lo cual sugiere un ritmo extático con frecuentes cambios.
8. Para enseñar. Heb., lelammed. La frase está en el sobrescrito del Sal. 60, y sugiere un propósito didáctico. Tal vez se encomendó a los levitas la responsabilidad de enseñarlo al pueblo.
9. Para recordar. Heb., lehazkir. Esta frase aparece en el sobrescrito de los Sal. 38 y 70; de "azkarah, "ofrenda de incienso". Algunos han conjeturado que esta frase indica que se debían cantar estos salmos mientras se realizaba la parte del servicio que correspondía con los sacrificios. En 1 Crón. 16: 4 la palabra "recordasen" (RVR), "hiciesen recordación" (VM) se traduce del Heb. lehazkir.
10. De alabanza. Heb., lethodah. Esta frase aparece en el sobrescrito del Sal. 100. Quizá se debía cantar este salmo en el momento de la ofrenda de acción de gracias (Lev. 7: 11-15). El Sal. 100 es de acción de gracias.
c. Melodías. Varias expresiones de los sobrescritos sugieren melodías para acompañar los salmos, quizá bien conocidas en su uso original. Puede ser que se hubieran adaptado melodías populares para el culto público.
l. Mut-labén (Sal. 9). Su significado es incierto. Algunos manuscritos hebreos combinan "al, traducida "sobre", con muth, como en el sobrescrito de la VM de donde resulta la palabra "almuth. Pero también esta combinación sigue siendo algo técnico, pero sin explicación. La LXX sigue esta combinación, y traduce la frase "almuth labben, "respecto de las cosas ocultas del hijo". Algunos sugieren que esta frase es el título o comienzo de una melodía, y la traducen: "Muere por el hijo".
2. Lirios (Sal. 45 y 69). Heb. shoshannim. Quizá era el título o la palabra clave de una melodía. El sobrescrito del Sal. 60 incluye la frase shushan "eduth, "lirio del testimonio"; y el del Sal. 80, shoshannim "eduth: "lirios del testimonio". Tal vez todas estas frases sugerían las mismas bien conocidas melodías amorosas. El lirio es una flor de Palestina. Eduth también pudo ser el nombre de un lugar.
3. Ajelet-sahar (Sal. 22). Literalmente, "la corza del amanecer". "La cierva de la aurora" (BJ, NC). Según los tárgumes, se cantaba este salmo mientras se ofrecía el cordero en la hora del sacrificio matutino, pero se ignora la antigüedad de esta costumbre.
4. La paloma silenciosa en paraje muy distante (Sal. 56). Heb. yonath "élem rejokim. El significado de esta frase es desconocido. La NC traduce como: "La paloma muda de las lejanías". Algunos sugieren que puede ser una cita del canto mencionado en Sal. 55: 6, 7, o una referencia al mismo. Otros sugieren que es una alusión a los años de peregrinación de David.
5. No destruyas (Sal. 57-59, 75). Heb. "al tasjith. Quizá sean las primeras palabras de la canción de la vendimia citada en parte en Isa. 65: 8, donde la RVR traduce "no lo desperdicies" y la VM, "no lo destruyas".
d. Varias frases de los sobrescritos de los salmos parecen indicar la clase de instrumentos de orquesta usados para acompañar el canto o la recitación rítmica de los salmos (salmodia).
1. Sobre Neginot (Sal. 4, 6, 54, 55, 67, 76). Probablemente signifique "sobre instrumentos de cuerda" (VM). El vocablo se usa en singular en el sobrescrito del Sal. 6 1. Neginoth se traduce como "instrumentos de cuerdas" en Isa. 38: 20 (VM) y Hab. 3: 19. Los hebreos tenían tres clases de instrumentos de cuerda: el arpa (Heb. nébel), la lira (Heb. kinnor), y la cítara (Heb. "aÑor). Acerca de estos instrumentos, ver las págs. 35-39. 635
la octava" (VM, NC), "En octava" (BJ) no es clara si "octava" se refiere a la octava musical, porque no se ha comprobado que los hebreos conociesen la octava. En 1 Crón. 15: 21 se usa la frase en relación con las arpas. Josefo dice que el arpa tenía ocho cuerdas .
4. Sobre Gitit (Sal. 8, 81, 84). Término musical cuyo significado exacto se ignora. La tradición judía dice que se refiere a un arpa que David trajo de Gat. "Según la ... de Gat" (BJ). La forma del término podría significar "a la manera gitita", es decir de acuerdo con una forma aprendida de los gititas, así como hablamos de música de estilo italiano, de estilo chino, etc. Pero quizá un significado más exacto derive del Heb. gath, "lagar", en cuyo caso "sobre Gitit" podría referirse a una melodía para la vendimia.
5. Sobre Alamot (Sal. 46). Se desconoce su significado. La traducción "para las doncellas", utilizada por Aquila y Jerónimo, parece improbable porque las mujeres no tenían parte en los servicios del templo. En 1 Crón. 15: 20 la frase aparece en relación con salterios o cantos. Quizá las arpas eran afinadas para acompañar las liras.
6. Sobre Mahalat (Sal. 53, 88). Su significado es incierto, aunque se sugiere que estos salmos se cantaban con tristeza y dolor de acuerdo con el tono de la letra, especialmente el Sal. 88, calificado por algunos como el más lúgubre del Salterio. "Para la enfermedad" (BJ), "Sobre la enfermedad" (VM).
e. Autores y ocasión. Los sobrescritos de 14 de los salmos (3, 7, 18, 30, 34, 51, 52, 54, 56, 57, 59, 60, 63, 142) se refieren a episodios o circunstancias de la vida de David. En cuanto a esos sobrescritos, ver págs. 622, 623 y las introducciones a varios salmos.
Transliteración del Heb. selah. Esta voz aparece 71 veces en el Salterio: 17 veces en el Libro primero, 30 veces en el Libro segundo, 20 veces en el Libro tercero, y 4 veces en el Libro quinto. No está en el Libro cuarto. Selah aparece en sólo 39 de los 150 salmos; 28 de éstos tienen como sobrescrito "Al músico principal". La palabra es de significado dudoso, y se la ha interpretado de varias maneras: como indicación de una pausa en la lectura, como un interludio para instrumentos de cuerda, como un cambio de melodía o de énfasis ("Amén", por ejemplo), etc. La LXX traduce este término como diápsalma ("interludio"), lo que sugiere una observación musical en la redacción litúrgico del salmo. A pesar de las muchas conjeturas, Selah permanece con un significado incierto. Selah figura en salmos de canto y alabanza y por lo general aparece al final de la expresión de un pensamiento.
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