Números es el cuarto libro del Pentateuco, que es el nombre que reciben los cinco libros de Moisés. El título "Números" se deriva del título Arithmói, de la Septuaginta, luego del latín Numeri, del cual se ha traducido "Números". Los hebreos llamaron al libro Bemidbar, "en el desierto".
La mayoría de los creyentes han aceptado, a través de todas las edades, que los libros del Pentateuco fueron obra de Moisés. En el Éxodo tenemos el relato de los primeros años de la vida de Moisés, seguidos por su llamamiento, con la comisión divina que le fue dada, y cómo fue aceptado por el pueblo como dirigente. En Números se lo presenta como un dirigente maduro. El esfuerzo y la tensión de las dificultades por las cuales pasó con su pueblo lo convirtieron en un instrumento especialmente adecuado para registrar la historia de esos sucesos. No se ha descubierto ningún otro autor que pudiese haber escrito el Pentateuco. Debe permanecer en pie el nombre de Moisés como su autor.
El valor del libro de Números no disminuye debido a que registra detalladamente el período nómada de la historia de Israel, lo que constituye un relato que en la actualidad estimula la fe de todo fiel creyente. Por medio de este registro imparcial llegamos a conocer la vida y las vicisitudes del pueblo hebreo bajo la conducción de Moisés. Este talentoso autor escogió su material y lo dispuso dirigido por la inspiración del Espíritu Santo. Moisés fue un digno narrador de la historia y el carácter del pueblo hebreo, como también un dirigente capaz, que, conducido por Dios, lo llevó a una unidad religiosa coherente que el tiempo y las desgracias no pudieron disolver. Así tenemos en el libro de Números una narración inspirada, cuya verosimilitud histórica no puede desecharse livianamente.
Se ha uniformado el texto del libro. Fue escrito con verdaderos caracteres hebreos antiguos, y corresponde con el texto tal como existió alrededor de 330 AC. Parece haber sufrido relativamente poco por sencillos errores de transcripción. Las variaciones en ciertos manuscritos son pocas, y de escasa importancia. Las fechas que pudieran asignar los eruditos a cualquiera de las fuentes que Moisés pudiera haber usado bajo la inspiración del Espíritu Santo, en el mejor de los casos podrían ser sólo provisorias y aproximadas.
Los libros precedentes del Pentateuco presentan la narración de la 838 historia de los antecesores de Israel, desde la creación, y continúan a través del cautiverio en Egipto y el éxodo, hasta la peregrinación en el Sinaí, donde el libro del Exodo deja a los israelitas. Números comienza en el Sinaí con el censo de los varones adultos, añade reglamentos adicionales además de los enumerados en Levítico, traza la marcha desde el Sinaí, la peregrinación por el desierto, hasta la llegada a las estepas de Moab, y termina con un conjunto de reglamentos.
Es un libro viviente, una inspiración espiritual para los seres humanos a través de la historia. Su objetivo principal es exaltar a Jehová como Dios supremo, en toda su santidad, majestad y cuidado por su pueblo escogido. Juntamente con el progreso maravilloso de ese pueblo, está la rebelión de Coré, Datán y Abiram, con sus motivos y propósitos egoístas. En el marco de fondo está el pueblo murmurando y manifestando falta de paciencia. Se destacan Moisés, María y Aarón, Balaam, los hijos de Aarón, dirigentes religiosos con sus puntos fuertes y débiles. El registro termina con la supremacía de Moisés como dirigente escogido por Dios para Israel.
La morada de Jehová en medio de los israelitas, sus planes cuidadosos y minuciosos en favor de ellos, los conmovedores sucesos que afectaron a individuos destacados, sacerdotes y levitas se desenvuelven como un cordón humano divinamente señalado para que no hubiera más "ira sobre la congregación". Todo esto contribuye a dar una descripción espléndida en una narración vívida del más profundo valor religioso para la iglesia de hoy, relato que descansa sobre el hecho histórico de la morada de Dios entre su pueblo.
Faltan páginas del primer tomo levítico El bosquejo.
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