viernes, 18 de febrero de 2011

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA PRIMER LIBRO DE CRONICAS

El Primer Libro de CRÓNICAS 
    INTRODUCCIÓN 
    [Lo que sigue es la introducción de 1 y 2 de Crónicas, que son parte de un todo.] 
    1. 
    Título. 
    Al igual que los libros de Reyes, los dos libros de Crónicas formaban originalmente una obra única y continua, conocida en hebreo como dibre hayyamim, "sucesos de los días". Este título parece ser una abreviación de sefer dibre hayyamim, literalmente, "libro de los sucesos de los días", diario llevado en las cortes orientales para registrar los acontecimientos diarios (ver 2 Rey. 14: 18, 28; 15: 6, 21, 3 l; 1 Crón. 27: 24; Neh. 12: 23; cf. Est. 6: 1, 2). Los traductores de la LXX dividieron el libro en dos partes llamadas paraleipómenon a y b, literalmente, "primera y segunda parte de asuntos omitidos". Este título de los traductores griegos indica que consideraban al libro como una especie de suplemento de los libros de Samuel y Reyes, escrito para proporcionar detalles que habían sido omitidos en historias anteriores. 
    El título "Crónicas", se deriva del término Chronicon, empleado por Jerónimo para representar adecuadamente la designación hebrea del libro, y este término, en la forma plural de Chronica o Chronicorum liber, "Crónicas", o "Libro de Crónicas", se empleó en algunas ediciones de la Vulgata, de donde fue tomado por los traductores. 
    Una nota masorética al final del texto hebreo indica que Crónicas fue originalmente un libro único, indiviso. Declara que 1 Crón. 27: 25 es el versículo de en medio del libro. Más aún, Josefo, Orígenes, Jerónimo y el Talmud, consideraron el libro como uno solo. La división de la LXX en dos libros, adoptada en la Vulgata, pasó a otras versiones, y a las ediciones impresas modernas de la Biblia hebrea. 
    2. 
    Autor. 
    Un examen cuidadoso del texto hebreo de los libros de Crónicas, Esdras y Nehemías indica que estos tres libros están estrechamente vinculados entre sí en lenguaje, estilo y enfoque general. Estas semejanzas pueden sugerir un autor único. El hecho de que Crónicas concluya en medio de una frase sin terminar, que se completa en los primeros versículos de Esdras, ha sido motivo para que algunos crean que originalmente ambos libros formaron un solo volumen, sin división alguna entre los dos (2 Crón. 36: 22, 23; cf. Esd. l: 1-3). No hay una verdadera interrupción en la narración entre 2 Crón. 36 y Esd. l. Puede ser que cuando se hizo la división, que separó en dos el volumen original, se repitieron los últimos versículos de Crónicas como los primeros versículos de Esdras. Sin embargo, otros ven la posibilidad de que los primeros versículos de Esdras hubiesen sido añadidos a Crónicas a fin 120 de que el libro no terminara con la referencia a la destrucción de Jerusalén. Los antiguos escritores judíos están de acuerdo, por regla general, en que Esdras escribió Crónicas. 
    Hay muchos indicios de una estrecha relación entre los libros de Esdras y Nehemías. Los antiguos no los separaban en dos libros como sucede ahora. El Talmud y los padres cristianos Orígenes y Jerónimo, consideraron a Esdras-NeheMías como un solo volumen. Pareciera que a través de los libros de Crónicas, Esdras y Nehemías, pudiese rastrearse una sola mano, y por lo tanto los eruditos modernos los consideran en general como la obra del mismo autor. 
    Puesto que el tono y el espíritu de la obra indican que los libros fueron escritos por un sacerdote vinculado con el templo de Jerusalén durante la última mitad del siglo V AC, parece muy probable que Esdras, sacerdote y escriba (ver Neh. 12: 26), fuera el autor. Tanto Esdras (Esd. 7: 1-21) como Nehemías (Neh. 2: 1; 5: 14) mencionan a Artajerjes, en cuyo tiempo floreció Esdras. Este fue evidentemente Artajerjes I (465-423 AC; ver págs. 63, 64). 
    Si Esdras es el autor de Crónicas, Esdras y Nehemías, nuestros dos libros actuales de Crónicas deben ubicarse cronológicamente en la última parte del siglo V AC. 
    La evidencia interna también señala el hecho de que el libro fue escrito, o por lo menos completado, en el período persa, alrededor del 400 AC. Los valores monetarios están calculados en "dracmas", o "dáricos" (1 Crón. 29: 7, BJ), monedas que se cree fueron introducidas por Darío I (522-486 AC). Se presenta la genealogía de la familia de David, incluyendo varias generaciones más allá de Zorobabel (1 Crón. 3: 19-24), el cual regresó a Judea durante el reinado de Ciro, 539-530 AC (Esd. 1: 1, 2; cf. 2: 2). Sin embargo, es posible que estos nombres fueran añadidos más tarde (ver com. 1 Crón. 3: 19). Si nos basamos en el promedio de la descendencia de los reyes hebre os, una generación sería de aproximadamente 23 años. Según este cálculo, seis generaciones después de Zorobabel se extenderían hasta casi el 400 AC. Puesto que quizá Crónicas estuvo una vez unido con Esdras- Nehemías, por la evidencia interna de dichos libros puede obtenerse también la fecha cuando vivió el cronista. La lista de los sumos sacerdotes dada en Neh. 12: 10, 11, 22, 23, se extiende hasta Jonatán, o Johanán y Jadúa. Por los papiros de Elefantina se sabe que Jonatán ya era sumo sacerdote por lo menos en 410. Las evidencias señalan así hacia fines del siglo V AC, o alrededor del año 400, como la época cuando se completó Crónicas. 
    El escritor de Crónicas se refiere repetidas veces a un volumen de historia general hebrea, "el libro de los reyes de Judá e Israel" (ver 2 Crón. 16: 11; 25: 26; 28: 26; cf. 35: 27; 36: 8). Este libro parece haber sido una compilación final de las dos historias tan frecuentemente mencionadas en Reyes : "el libro de las crónicas de los reyes de Israel" (1 Rey. 15: 31; 16: 5,14, 20,27; 22: 39; 2 Rey. 10: 34; 14: 28; 15: 21, 26), y "las crónicas de los reyes de Judá" (1 Rey. 14: 29; 15: 7, 23; 2 Rey. 8: 23; 12: 19; 15: 6, 36; 16: 19). 
    Este "libro de los reyes de Judá y de Israel" parece haber sido un volumen completo que contenía todos los registros de los reyes pues narraba sus hechos "primeros y postreros" (ver 2 Crón. 16: 1 l; 25: 26; 28: 26; 35: 27). Más aún, frecuentemente se refiere a obras históricas de alcance más limitado, que tratan de individuos o de temas particulares. Entre ellas están "las crónicas del rey David" (1 Crón. 27: 24), "las crónicas de Samuel vidente", "las crónicas del profeta Natán", "las crónicas de Gad vidente" (ver 1 Crón. 29: 29), "la profecía de Ahías silonita", "las profecías del vidente lddo contra Jeroboam hijo de Nabat" (2 Crón. 9: 29), "la historia de Semaya el profeta", el libro de "lddo vidente, en la cuenta de los linajes" (2 Crón. 12: 15), "la historia de lddo profeta" (2 Crón. 13: 22), "las palabras de Jehú 121 hijo de Hanani" (2 Crón. 20: 34), "la historia del libro de los reyes" (2 Crón. 24: 27), "los hechos de Uzías" escritos por el profeta Isaías (2 Crón. 26: 22), "la profecía de Isaías profeta" (2 Crón. 32: 32), y "las palabras de los videntes" (2 Crón. 33: 19). 
    La lista precedente de obras de referencia demuestra que existía una gran cantidad de testimonios documentales. Hay indicios de que en los días de Esdras y Nehemías existían tales documentos. Si puede confiarse en la declaración de 2 Mac. 2: 13, Nehemías fundó una biblioteca en la cual "reunió los hechos de los reyes, y los profetas, y de David, y las epístolas de los reyes respecto de los dones santos". 
    3. 
    Marco histórico. 
    Los libros de Crónicas son básicamente un registro bosquejado de la historia del pueblo de Dios desde la creación hasta el período persa. Sobre todo se pone énfasis en la historia de David y sus sucesores en la nación de Judá. Si Crónicas, Esdras y Nehemías formaron originalmente una obra escrita por Esdras, que regresó a Judea durante el reinado de Artajerjes I (465- 423), el marco histórico de los libros de Crónicas, en lo que se refiere al tiempo cuando fueron escritos, sería el mismo que el marco histórico de los libros de Esdras y Nehemías. Sin embargo, los libros de Crónicas no se ocupan del período en el cual fueron completados, y sólo parecen extenderse hasta dicho tiempo en pequeños datos genealógicos. Este período es tratado por Esdras y Nehemías. 
    Hay un estudio del marco histórico de dicho período en las introducciones de los libros de Esdras y Nehemías de este Comentario; también un breve estudio del período histórico principal abarcado por Crónicas en las introducciones de los libros de Samuel y Reyes. 
    4. 
    Tema. 
    Los libros de Crónicas se inician con un bosquejo genealógico de la historia antigua desde Adán hasta el tiempo de David. Se pasa por alto la historia de la creación, el jardín del Edén, la caída, los primeros patriarcas, el diluvio, los patriarcas posteriores, la estada en Egipto, el éxodo, el período de los jueces y el reinado de Saúl. El autor tenía poco o nada que añadir al material que ya se hallaba en el Pentateuco y otros libros tales como Josué y Jueces. 
    Para este período antiguo sólo presenta una serie de tablas genealógicas, salpicadas ocasionalmente con breves datos biográficos o notas históricas (1 Crón. 4: 9, 10, 38- 43; 5: 9, 10, 16- 26; 6: 31, 32, 48, 49, 54- 81; 7: 21- 24; 9: 17- 34). Primero el autor traza las generaciones desde Adán hasta Jacob. 
    Sigue a esta genealogía un estudio de las 12 tribus en el que da énfasis a Judá, la tribu de David y a Leví, la tribu de los sacerdotes. Después el horizonte se reduce del Israel completo al reino del sur, Benjamín y Judá, y la ciudad de Jerusalén. Este material introductorio abarca los primeros nueve capítulos del primer libro de Crónicas. 
    La segunda parte y la principal del libro comienza con un breve relato de la muerte de Saúl (1 Crón. 10). Luego sigue una historia de David (1 Crón. 11 a 29) y de sus sucesores en el linaje de Judá hasta Sedequías, la destrucción de Jerusalén, y el cautiverio babilónico (2 Crón. 1 a 36). Parecería que la tercera sección de la obra original abarcaba el regreso del cautiverio y el restablecimiento de Jerusalén como centro religioso de la comunidad judía restaurada (Esdras-Nehemías). 
    Se da considerable énfasis al reinado de David, la edad de oro de la historia de Israel. Sin embargo, se omiten muchos detalles referentes a David, tales como su reinado en Hebrón, su pecado contra Urías heteo, la rebelión de Absalón y asuntos similares. 
    Se trata con mayor brevedad el reinado de Salomón (2 Crón. 1 a 9), aunque con mayor extensión que cualquier reinado subsiguiente. Se pone mucho énfasis en el templo y sus servicios. Los sucesos pertinentes a la edificación del templo ocupan la 122 mayor parte del relato del reinado de Salomón (caps. 2 a 7). 
    Muchos de los incidentes registrados en Reyes relativos a este reinado se hallan en Crónicas, tales como el intento de usurpación de Adonías y el ungimiento de Salomón (1 Rey. 1, 2); su casamiento con la hija de Faraón y el culto en los altos (1 Rey. 3: 1, 2); la decisión respecto del niño disputado (1 Rey. 3: 16- 28); los magistrados de Salomón, su sabiduría y sus proverbios (1 Rey. 4); su palacio (1 Rey. 7: 1- 12); su adoración de dioses extraños, y sus adversarios (1 Rey. 11). Se han omitido ciertos datos respecto a la construcción del templo; unos se presentan en forma más breve, otros con las mismas palabras que en Reyes, y también los hay enteramente nuevos. 
    En la porción restante de la historia el registro es principalmente acerca de Judá, no de Israel. Los detalles concernientes a Israel sólo se presentan en forma incidental. No se dan datos cronológicos referentes a los reyes de Israel, y no figuran los sincronismos de los reyes de Judá respecto al gobernante de ese momento en Israel, con una excepción (2 Crón. 13: 1). 
    Mientras que se pasa casi enteramente por alto la historia de Israel, se presenta la historia de Judá principalmente desde un punto de vista religioso; los hechos políticos, militares y personales son subordinados a los de interés espiritual. El motivo de la historia es exponer el propósito de Dios en las vicisitudes del pueblo escogido y mostrar cómo declinó la nación y cómo hasta el templo santo, con su ritual sagrado, fue finalmente destruido como resultado del pecado. Los reinados de los reyes buenos de Judá, buenos por lo menos durante una parte de sus reinados -Josafat, Joás, Ezequías y Josías- resaltan en una forma particular, y se recalcan especialmente los incidentes derivados del interés de los gobernantes en reformas religiosas y en la restauración del templo y sus servicios. 
    Por lo tanto, es claro que Crónicas no es un mero suplemento histórico de los libros de Reyes, sino más bien una obra distinta e independiente, que tiene su propósito propio, y fue escrita desde un punto de vista peculiar. Después de que se restablecieron los servicios del templo tras el regreso del exilio babilónico, y se restauró a Jerusalén, los Judíos fieles acariciaban sin duda la esperanza de que esos servicios nunca más volverían a ser interrumpidos. 
    Confiaban en que, bajo la bendición de Dios, de allí en adelante Israel podría prosperar y avanzar de gloria en gloria. Sin lugar a dudas, el tiempo era particularmente propicio para recordar al pueblo su historia pasada a fin de que Israel pudiera participar de todos los gloriosos privilegios que se le brindaban en las promesas de Dios. 
    Por lo tanto el cronista introdujo nuevos detalles respecto al templo, su ministerio y las fiestas religiosas. Sin embargo, se interesaba no tanto en el ritual como en la vida, no tanto en el templo como en el corazón de la gente. 
    Israel había de ordenar su vida según la santa ley de Dios, manteniendo fija constantemente su atención en las recompensas y los castigos que serían el resultado de la obediencia y de la transgresión. Había un nuevo énfasis en la rectitud, una presentación más plena de la estrecha relación entre la piedad y la prosperidad, y entre la perversidad y la adversidad. 
    Se presentan los reinados de los reyes de tal manera que el lector pueda comprender claramente que el camino de la obediencia a las normas divinas es el de la paz y la prosperidad, y que el camino de la impiedad es el de la ruina y la desolación. Cada calamidad y éxito notables se atribuyen de una manera inconfundible a la acción de la Divina Providencia, pues el Señor es quien recompensa a los justos y castiga a los malos. Así "murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová" (1 Crón. 10: 13); "David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él" (cap. 11:9); "asimismo esto desagradó a Dios, e hirió a Israel" (cap. 21: 7); "y los hijos de 123 Judá prevalecieron, porque se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres" (2 Crón. 13: 18; ver también 2 Crón. 16: 7; 17: 3, 5; 22: 7; 25: 20; 28: 6; 32: 25; 33: 10, 11; 36: 15- 17). 
    En Crónicas se trata a Israel como a una nación apóstata, que anda en caminos de maldad y de muerte. A Judá se la presenta como una nación que prospera bajo los reinados de reyes rectos y sufre los castigos de la transgresión bajo reyes que abandonan al Señor. 
    Hay algunas notables diferencias en la manera en que se presentan los mismos incidentes en Reyes y Crónicas. En Reyes no se dice nada digno de elogio respecto a Roboam, pero en Crónicas se presenta un registro aprobatorio, a fin de que sus caminos puedan destacarse en agudo contraste con los males de Jeroboam (2 Crón. 11: 13-17). Cuando más adelante Roboam "dejó la ley de Jehová", se da la explicación de que se produjo el ataque de Sisac a Jerusalén porque "se habían rebelado contra Jehová" (2 Crón. 12: 1, 2). 
    En el registro de Reyes prácticamente no se dice nada de Abiam, fuera de que, "anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él" (1 Rey. 15: 3). Pero Crónicas menciona también algunos hechos encomiables. Se lo presenta reprendiendo a Jeroboam por su rebelión contra el Señor y por haber establecido un sacerdocio falso en Israel. El registro declara que obtuvo una gran victoria sobre el reino del norte porque confió en el Señor (2 Crón. 13: 4- 18). 
    De Asa, Crónicas registra una gran victoria sobre Zera el etíope, respecto a la cual Reyes guarda silencio. Informa también que se volvieron a Judá muchos del pueblo de Israel cuando vieron que el Señor estaba con ellos, y cuenta de una gran reunión religiosa en la cual se renovó el pacto con Dios (2 Crón. 14: 9-15; 15: 1-15). 
    Reyes menciona que Josafat fue un buen gobernante pero da un registro breve de su reinado (1 Rey. 22: 42-50). Crónicas da un registro más largo del caso cuando Josafat oró a Dios en un momento de crisis nacional y recibió de Dios una victoria maravillosa, cuando las fuerzas del enemigo fueron inducidas a destruirse entre sí (2 Crón. 20: 1-30). 
    Del impío reinado de Joram se trata brevemente en Reyes (2 Rey. 8: 16- 24); en Crónicas se relatan los castigos que envió el Señor sobre él a causa de sus malos caminos (2 Crón. 21: 8- 19). 
    Reyes menciona brevemente la muerte de Ocozías a manos de Jehú (2 Rey. 9: 27, 28); Crónicas da un relato más extenso, atribuye la "perdición" de Ocozías a los malos consejos que siguió, y dice que su destrucción "venía de Dios" (2 Crón. 22: 4- 9). 
    Reyes informa de la muerte de Joás a manos de sus propios siervos (2 Rey. 12: 20, 21). Crónicas añade estos detalles sígnificativos: (1) que después de la muerte de Joiada los de Judá "desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las lmágenes esculpidas. 
    Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado"; (2) que por el mandato del rey fue muerto el hijo de Joiada, por atreverse a recordar al pueblo que a causa de su transgresión contra el Señor no podrían prosperar, porque él los había abandonado así como ellos lo habían abandonado a él; (3) que como consecuencia de esto, una gran hueste de Judá fue entregada en manos de una compañía pequeña de sirios, "por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres"; (4) que fue mientras yacía en la cama recuperándose de las heridas recibidas en este encuentro, cuando Joás fue muerto por sus siervos (2 Crón. 24: 17- 25). 
    Reyes informa de la victoria de Amasías contra Edom y de la consiguiente derrota del rey a manos de Joás de Israel (2 Rey. 14: 7-14), pero Crónicas añade el detalle 124 revelador de que después que Amasías hubo regresado de su victoria, "trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso. Por esto se encendió la ira de Jehová contra Amasías", y que el Señor había determinado destruirlo a causa de la conducta que había seguido (2 Crón. 25: 14-16). 
    En relación con el breve relato del reinado de Azarías (Uzías) según aparece en Reyes (2 Rey. 15: 1- 7), se menciona su lepra, pero no se da la causa. Sin embargo, en Crónicas hay un relato mucho más largo del reinado de Azarías (2 Crón. 26: 1- 23), y se da lisa y llanamente la razón de su lepra: que cuando se fortaleció, "su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso" por lo cual fue reprendido por los sacerdotes por su prevaricación e inmediatamente se volvió leproso, "porque Jehová lo había herido". 
    También el registro del reinado del buen rey Jotam en Reyes es breve (2 Rey. 15: 32- 38), pero el registro más extenso de Crónicas nos relata su victoria contra los amonitas, quienes le fueron tributarios, y dice cómo "preparó sus caminos delante de Jehová su Dios" (2 Crón. 27: 5, 6). 
    Según Reyes, Acaz fue atacado por los reyes de Israel y Siria, indudablemente sin consecuencias serias, porque procuró la ayuda de Tiglat-pileser, quien tomó Damasco y mató a su rey (2 Rey. 16: 1- 9). Sin embargo, según Crónicas, a causa de la idolatría de Acaz el Señor "lo entregó en manos del rey de los sirios", quien lo hirió y se llevó una gran multitud de cautivos; refiere que también fue "entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad" y llevó en cautividad "doscientas mil mujeres, muchachos y muchachas", junto con mucho botín; también narra que cuando recurrió a Tiglat-pileser, vino y "lo redujo a estrechez, y no lo fortificó", porque "Jehová había humillado a Judá por causa de Acaz ... por cuanto él había actuado desenfrenadamente en Judá, y había prevaricado gravemente contra Jehová" (2 Crón. 28: 3- 20). 
    Reyes da un relato extenso del reinado del buen rey Ezequías (2 Rey. 18 a 20), pero Crónicas magnífica en gran manera el registro de las buenas acciones de Ezequías, con un relato detallado de su limpieza del templo, la restauración que hizo de sus servicios, y la invitación al pueblo de todo Israel para que asistiera a una gran pascua en Jerusalén, a la cual respondieron muchísimos de las tribus septentrionales de Aser, Manasés y Zabulón. Crónicas informa que al servicio de la pascua siguió una destrucción de las imágenes, los bosques y altos, no sólo en todo Judá y Benjamín, sino también en Efraín y Manasés, y una restauración de las diversas ofrendas, oblaciones y servicios sacerdotales (2 Crón. 29 a 31). 
    Reyes da detalles de las iniquidades de Manasés (2 Rey. 21: 1-18), pero Crónicas no sólo menciona sus iniquidades sino que también describe cómo fue atado con grillos por el rey de Asiria para ser llevado a Babilonia, donde en su aflicción "oró ante Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres", por lo cual el Señor escuchó su súplica y permitió su regreso a Jerusalén, donde quitó los dioses ajenos, "reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel" (2 Crón. 33: 11-16). 
    De Amón el registro de Reyes declara que hizo "lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre" (2 Rey. 21: 20), mientras que Crónicas añade que "nunca se humilló delante de Jehová, como se humilló Manasés su padre" (2 Crón. 33: 23).125 
    Reyes relata con algunos detalles cómo Josías restauró el culto de Jehová y tomó medidas para instituir una reforma general, y termina el registro de su reinado diciendo lacónicamente que halló la muerte a manos del rey egipcio Necao (2 Rey. 22; 23: 1- 30); Crónicas narra más ampliamente sus esfuerzos de restauración y reforma, y en lo que atañe a su encuentro con Necao, añade el detalle de que Necao procuró disuadir a Josías de su propósito de luchar contra él, pero que Josías "no atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios", y por lo tanto halló la muerte en este encuentro (2 Crón. 34, 35). 
    Reyes trata con alguna amplitud los reinados de los últimos cuatro reyes malos de Judá y la caída de Jerusalén (2 Rey. 23: 30-37; 24: 1-20; 25: 1-30), y registra sólo una breve declaración en cuanto a que por "la ira de Jehová" Jerusalén y Judá fueron arrojadas de su presencia (cap. 24: 20), mientras que Crónicas sólo da un relato muy breve de estos últimos cuatro reinados (2 Crón. 36: 1-13), pero presenta las razones específicas de la caída de Judá, porque los sacerdotes y el pueblo "aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén", haciendo escarnio de los mensajeros enviados por Dios y burlándose de sus profetas, "hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio" (cap. 36: 14-16). 
    A través de todo su libro, el cronista magnifica a los profetas y su obra. Se da información adicional respecto a algunos de los profetas prominentes que no se halla en otro lugar del AT. Hay también información acerca de profetas que no se mencionan en ninguna otra parte de la Biblia. Se dice que esos mensajeros divinos daban amonestaciones y exhortaciones en ocasiones críticas. 
    Así Semaías informa a Roboam que la invasión de Sisac se debe al hecho de que el pueblo abandonó al Señor (2 Crón. 12: 5); Azarías anima a Asa (cap. 15: 1-8); Hanani reprende a Asa por pedir la ayuda de Siria (cap. 16: 7- 10); Jehú reprende a Josafat por unirse con Acab (cap. 19: 2); Jahaziel anima a Josafat en su encuentro con las fuerzas de Moab, Amón y el monte Seir (cap. 20: 14-17); Eliezer reprende a Josafat por unirse con Ocozías (cap. 20: 37); Zacarías informa al pueblo en los días de Joás que no puede haber prosperidad a causa de la transgresión (cap. 24: 20); y Obed reconviene a Israel en los días de Peka y Acaz (cap. 28: 9-11). 
    Por estas observaciones puede verse que el registro de Crónicas no es tanto mera historia como un sermón, y que el cronista no es un mero narrador de sucesos sino un predicador. Cuando su relato de un incidente difiere del que se halla en Reyes, no estamos ante una prueba de que haya un desacuerdo básico entre los dos relatos, sino de que se hace resaltar un punto distinto. El cronista se muestra inclinado a moralizar. Dice lo que tiene que decir porque enseña alguna lección o presenta una amonestación. Completó su obra después de la caída y el cautiverio de Judá, y después de la reconstrucción de Jerusalén y la restauración de los servicios del templo. Sin duda tuvo la ferviente esperanza de que el pecado no volviera a penetrar para hundir a la nación en la ruina. Pero éste es exactamente el peligro que amenazaba. El pecado se estaba manifestando nuevamente (Esd. 9: 1- 15; 10: 1- 19; Neh. 5: 1- 13; 13: 3- 11, 15- 30), y existía el peligro de que la ira de Dios cayera otra vez sobre su pueblo. Por todos los medios, procuraría evitar esto. Es razonable conjeturar que se escribió el gran libro de Crónicas, Esdras-Nehemías con el objeto de evitar una segunda apostasía y la desolación de Judá. 
    A través de los siglos, muchos comentadores bíblicos han quedado desconcertados por algunas de las enormes cifras que se hallan en los libros de Crónicas. Por ejemplo, 1 Crón. 22: 14 declara que David dedicó 100.000 talentos de oro y un millón 126 de talentos de plata para el templo que había de edificar su hijo Salomón. A esta suma deben añadirse otras cuantiosas contribuciones de David y los nobles de Israel con el mismo propósito (cap. 29: 3- 7). A razón de 34,2 kg., por talento, serían 3.420.000 kg. de oro, cantidad exorbitante, difícilmente existente en todo el antiguo Cercano Oriente, mucho menos en manos de un sólo rey. 
    Por esta razón, los eruditos modernos han declarado que el cronista exageraba y que su información es incorrecta. No puede sostenerse este veredicto porque descubrimientos históricos recientes han demostrado que el autor es digno de confianza en su información histórica. Por consiguiente, debe buscarse otra explicación si hemos de resolver las dificultades que presentan algunas de las altísimas cifras de los libros de Crónicas. 
    Crónicas se escribió, o por lo menos se completó, a fines del siglo V AC, como puede inferirse de las listas genealógicas del libro que llegan hasta el tiempo de Nehemías. Probablemente fue el último de los libros bíblicos escritos, como lo indica su lugar al final de la Biblia hebrea. En su preparación se usaron documentos oficiales, escritos por profetas y otros autores inspirados, tales como "las crónicas del profeta Natán", "las crónicas de Gad vidente", o "las crónicas del rey David" (1 Crón. 29: 29; 27: 24). Los tales estaban escritos con la caligrafía hebrea preexílica, mientras que Crónicas se escribió con la escritura aramea cuadrada que se usó después del exilio. Esta letra que, según la tradición Judía, fue introducida por Esdras, se ha continuado usando en una forma algo modificada como escritura hebrea hasta el día de hoy. 
    Todos los números, en cualquier manuscrito bíblico hebreo conocido, están escritos en letras, y no se usan cifras. Sin embargo, en inscripciones hebreas antiguas se usaron números, como también en documentos fenicios, arameos, nabateos, palmireños, egipcios y babilónicos. Debido a la escasez de testimonios documentales hebreos antiguos, nuestro conocimiento es insuficiente respecto al uso de números entre los autores de la Biblia hebrea. Cuando en 1898 Mark Lidzbarski publicó su manual sobre la epigrafía de los semitas del norte, declaró que los hebreos no usaban números, sino que escribían sus cifras con letras. Basó esta afirmación en la inscripción de Siloé y la Piedra Moabita, en las cuales los números están escritos con letras. Estas eran las únicas inscripciones hebreas conocidas en aquel tiempo que contenían números, y una de ellas, la Piedra Moabita, en realidad no era una verdadera inscripción hebrea, aunque es poca la diferencia entre la escritura y la lengua moabitas y la escritura y la lengua hebreas. 
    Sin embargo, durante los últimos 50 años, se han descubierto varias inscripciones hebreas - la ostraca de Samaria, Laquis y Tell Qasile- que contienen números, algunos de los cuales están escritos con letras, y otros representados por cifras. También los papiros arameos de Elefantina, descubiertos en la primera mitad del siglo XX (ver págs. 81- 85), muestran un amplio uso de números y contienen cifras escritas con letras. 
    En estos documentos los números que representan cifras menores de "diez", son rayas verticales arregladas en grupos de tres, escritas de derecha a izquierda, de las cuales la última es generalmente más larga que las demás: = 6; = 8. La cifra "diez" se representa por un símbolo en forma de media luna , y "veinte" es una combinación de dos símbolos de "diez" . El número mayor que sigue, ,expresa "cien"; pero "mil" en los papiros elefantinos (ninguna inscripción liebrea de Palestina contiene un número tan grande) siempre se escribe en la forma "If, generalmente abreviado como If. A veces una o más rayas verticales delante de lf 127 indican la cantidad de millares dados: lph=1.000; lph=3.000. Sin embargo, la raya vertical delante de lf también se usa en estos documentos para representar la letra hebrea waw , que es la conjunción "y", y puede ser que no haya resultado fácil determinar en todos los casos si la raya representaba la conjunción "y" o si indicaba que sólo era "un" mil. 
    Aunque no existe suficiente material para dar ejemplos claros de cómo se leyeron equivocadamente los números, lo disponible muestra que documentos antiguos (donde se emplearon números en algunos casos, y en otros se escribió con letras) fácilmente pueden dar origen a errores de comprensión. Si los documentos usados por el cronista en la preparación de sus libros contenían algunos números escritos en cifras, y otros escritos con letras, es posible ver cómo algunos de ellos podrían haberse entendido mal. Por ejemplo, un documento que contenía el número "lph,"100 mil", posiblemente pudo haberse entendido equivocadamente como "cien mil", mientras que el autor quiso escribir "cien [y 
    mil" (1.100). 
    También surge la pregunta de si el autor de Crónicas, al presentar cifras tan grandes, esperaba que se entendieran como exactas y literales. Los que han vivido en tierras orientales saben cuán común es emplear expresiones tales como "mil veces mil", sólo para expresar un número muy grande. Los que usan números en ese sentido, quedarían muy sorprendidos de que otros -que no conociesen tal uso- los interpretaran literalmente. Expresiones del cronista, tales como "no tiene peso el metal ni el hierro" (1 Crón. 22: 14) y que el pueblo "no tenía número" (2 Crón. 12: 3), tampoco deben interpretarse en forma literal, sino según la intención original. Por lo tanto, sería un error considerar los números de Crónicas al pie de la letra y darles el sentido con que podrían ser usados por un historiador moderno si tal no fuesen el espíritu y la intención general del cronista. 
    Todo lector cuidadoso de Crónicas ha quedado impresionado por la predilección del autor por los datos genealógicos y estadísticos. Repetidas veces se dan listas de nombres: de funcionarios del templo o del palacio, administradores civiles, oficiales del ejército y otros. Entre éstos están los siguientes: 
    1 Crón. 11: 26-47 Hombres valientes del ejército de David 
    " 12: 1-14 Los que se unieron a David en Siclag 
    " 14:4-7 Hijos de David 
    " 15:5-24 Levitas que ministraban en relación con el arca. 
    " 15-17 Principales funcionarios del gobierno de David 
    " 23:6-24 Levitas a los que David asignó diversas funciones 
    " 24:1-31 Veinticuatro divisiones de los hijos de Aarón 
    " 25:1-31 Veinticuatro turnos de músicos 
    " 26:1-32 Porteros y encargados de funciones del templo 
    " 27:1-34 Capitanes y mayordomos de David 
    2 Crón. 11:5-10 Ciudades de defensa de Roboam 
    " 17:7- 18 Levitas y capitanes de Josafat 
    " 23:1 Capitanes de Joiada 
    " 28:12 Príncipes de Efraín 
    " 29:12-14 Los levitas principales 
    " 31:12-15 Guardianes de las ofrendas 
    " 34:12 Sobrestantes de los obreros que repararon el templo 
    " 35:9 Príncipes de los levitas 128 
    En Esdras y Nehemías se encuentran datos similares de naturaleza estadística: 
    Esd. 1:9-11 Recuento de los vasos devueltos de Babilonia 
    " 2:2-65 Número de los que regresaron de Babilonia 
    " 2:66,67 Número de caballos, mulas y camellos 
    " 4:9,10 Pueblos llevados a Samaria por Asurbanipal 
    " 7:1-6 Genealogía de Esdras 
    " 8:1-14 Lista de los que regresaron con Esdras 
    " 8:16-19 Hijos de Leví que regresaron con Esdras 
    " 8:20 Netineos que regresaron con Esdras 
    " 8:26,27,33,34 Oro y plata dados como ofrenda 
    " 10: 18-44 Nombres de los que habían tomado mujeres extrañas 
    Neh. 3: 1-32 Nombres de los que construyeron el muro 
    " 7: 6-73 Número de los que regresaron con Zorobabel 
    " 8: 4 Nombres de los que estaban junto a Esdras 
    " 8: 7 Nombres de los que leyeron la ley 
    " 10: 1-27 Nombres de los que sellaron el pacto 
    " 11: 3-24 Nombres de los que moraban en Jerusalén 
    " 12: 1-42 Lista de sacerdotes y levitas 
    Las numerosas listas de material genealógico y estadístico en Crónicas-Esdras-Nehemías puede ser una indicación de que estos tres libros son producto de una sola mano. Si fuese así, con toda probabilidad el autor fue Esdras, un "sacerdote escriba" (ver Esd. 7: 6, 10-12; Neh. 8: 1, 4, 9, 13; 12: 26, 36). 
    5. 
    Bosquejo de 1 y 2 Crónicas. 
    l. Tablas genealógicas, 1 Crón. 1 a 9: 44. 
    A. Desde Adán hasta Israel y Edom, 1: 1 a 2: 2. 
    1. Los patriarcas desde Adán a Noé, 1: 1-4. 
    2. Los descendientes de Noé, 1: 4-54. 
    a. Los descendientes de Jafet, 1: 5-7. 
    b. Los descendientes de Cam, 1: 8-16 
    c. Los descendientes de Sem, 1: 17-54. 
    (1) Sem a Abrahán, 1: 17-27. 
    (2) Los descendientes de Abrahán, 1: 28 a 2: 2. 
    (a) Los hijos de Ismael, 1: 28-3 1. 
    (b) Los hijos y descendientes de Abrahán y 
    Cetura, 1: 32, 33. 
    (c) Los descendientes de Isaac, 1: 34 a 2: 2. 
    1) Los descendientes de Esaú, 1: 34-54. 
    2) Los hijos de Israel, 2: 1, 2. 
    B. Los descendientes de Israel, 2: 3 a 7: 40. 
    1. La posteridad de Judá, 2: 3 a 4: 23. 
    a. Judá a Isaí, 2: 3-12. 
    b. Los hijos y nietos de Isaí, 2: 13-17. 
    c. Los hijos de Caleb, 2: 18-20. 
    d. Los descendientes de Hezrón, 2: 21-41. 
    e. Los descendientes de Caleb, 2: 42-55. 
    f. La posteridad de David, 3: 1-24. 
    (1)Los hijos de David, 3: 1-9. 
    (2)El linaje real desde Salomón a Sedequías, 3: 10-16. 
    (3)Los hijos de Jeconías, 3: 17-24. 129 
    g.Clanes de Judá, 4: 1-23. 
    (1)Los descendientes de Judá, 4: 1. 
    (2)Los descendientes de Hur, 4: 2-4. 
    (3)Los descendientes de Asur, 4: 5-7. 
    (4)Los hijos de Cos, 4: 8. 
    (5)Jabes y su oración, 4: 9, 10. 
    (6)Los hijos de Quelub, 4: 11, 12. 
    (7)Los hijos de Cenaz, 4: 13-15. 
    (8)Los hijos de Caleb y otros, 4: 15-20. 
    (9)Los hijos de Sela, 4: 21-23. 
    2. La posteridad de Simeón, 4: 24-43. 
    a. Los hijos de Simeón, 4: 24-27. 
    b. Las habitaciones de los simeonitas, 4: 28-33. 
    c. La emigración de los simeonitas, 4: 34-43. 
    (1) Los príncipes de Simeón, 4: 34-38. 
    (2) La conquista en Gedor, 4: 39-43. 
    3. La posteridad de Rubén, 5: 1-10. 
    4. La posteridad de Gad, 5: 11-17. 
    5. Las conquistas de los hijos de Rubén, Gad y Manasés, 
    5: 18-22. 
    6. La herencia de la media tribu de Manasés, 5: 23-26. 
    7. La posteridad de Leví, 6: 1-81. 
    a. La familia de Aarón trazada desde Leví hasta la 
    cautividad de Babilonia, 6: 1-15. 
    b. Las tres ramas de Leví, 6: 16-48. 
    c. Los descendientes sacerdotales de Aarón, 6: 49-53. 
    d. Las ciudades de los levitas, 6: 54-81. 
    8. Los clanes de Isacar, 7: 1-5. 
    9. Los clanes de Benjamín, 7: 6-12. 
    10. Los hijos de Neftalí, 7: 13. 
    11. La posteridad de Manasés, 7: 14-19. 
    12. La posteridad de Efraín, 7: 20-29. 
    13. La posteridad de Aser, 7: 30-40. 
    C. Genealogías de Benjamín, 8: 1-40. 
    1. Genealogías de jefes principales de familia 
    que habitaban en Jerusalén, 8: 1-28. 
    2. Las familias de Gabaón y la casa real de Saúl, 
    8:29-40. 
    D. Genealogía de los habitantes de Jerusalén, 9: 1-34. 
    E. Los habitantes de Gabaón; los antepasados 
    y descendientes de Saúl, 9: 35-44. 
    II.La historia de los reyes de Jerusalén, 1 Crón. 10: 1 a 2 Crón. 36:23. 
    A. La muerte de Saúl, 1 Crón. 10: 1-14. 
    1. Muerte de Saúl en el monte Gilboa, 10: 1-7. 
    2. El triunfo de los filisteos sobre Saúl, 10: 8-10. 
    3. Sepultura de Saúl en Jabes de Galaad, 10: 1 1, 12. 
    4. Muerte de Saúl a causa de su transgresión, 10: 13, 14. 
    B. David, 1 Crón. 11: 1 a 29: 30. 
    1. El ungimiento en Hebrón, 11: 1-3. 
    2. La captura de Jerusalén, 11: 4-9. 
    3. Nómina de los guerreros de David, 11 : 10 a 12: 40. 130 
    4. Se trae el arca desde Quiriat-jearim, 13: 1-14. 
    5. La casa- y la familia de David, 14: 1-7. 
    6. La victoria de David sobre los filisteos, 14: 8-17. 
    7. Se trae el arca a Jerusalén, 15: 1 a 16: 43. 
    8. David se propone edificar el templo, 17: 1-27. 
    9. Guerras de David, 18: 1 a 20: 8. 
    10. David censa al pueblo, 21: 1-30. 
    11. Preparativos de David para el reinado de Salomón, 
    22: 1 a 29: 25. 
    a. Preparación del material, 22: 1-5. 
    b. Directivas a Salomón, 22: 6-19. 
    c. Salomón hecho rey por primera vez, 23: 1. 
    d. División de los levitas, 23: 2-32. 
    e. División de los sacerdotes, 24: 1-19. 
    f. División de otros levitas, 24: 20-31. 
    g. División de los cantores, 25: 1-31. 
    h. División de los porteros y otros funcionarios, 26: 
    1-32. 
    i. Capitanes y gobernadores, 27: 1-34. 
    j. Instrucciones finales concernientes al templo, 28:1-21. 
    k. Ofrendas para el templo, 29: 1-21. 
    l. Salomón hecho rey por segunda vez, 29: 22-25. 
    12. La muerte de David, 29: 26-30. 
    C. Salomón, 2 Crón. 1:1 a 9: 31. 
    1. Salomón sacrifica en Gabaón, 1:1-6. 
    2. Salomón escoge la sabiduría, 1:7-12. 
    3. Carros y riquezas de Salomón, 1:13-17. 
    4. El templo, 2:1 a 7: 22. 
    a. Preparativos de Salomón para edificar el templo, 2:1-18. 
    b. El sitio y la fecha de edificación, 3:1,2. 
    c. El pórtico y el lugar santo, 3:3-7. 
    d. El lugar santísimo, 3:8-14. 
    e. Los pilares de bronce del pórtico, 3: 15-17. 
    f. Los objetos de bronce y oro, 4:1-22. 
    g. El templo completado, 5:1. 
    h. La dedicación del templo, 5:2 a 7:22. 
    (1) Se trae el arca al templo, 5:2-10. 
    (2) La manifestación de la gloria de Dios, 5: 11-14. 
    (3) La oración de consagración de Salomón, 6:1-42. 
    (4) Fuego enviado del cielo, 7:1-3. 
    (5) Los sacrificios y la fiesta, 7: 4-11. 
    (6) El mensaje de Dios a Salomón, 7:12-22. 
    5. Obras públicas de Salomón, 8:1-6. 
    6. Los funcionarios y siervos de Salomón, 8:7-10. 
    7. La casa de la hija de Faraón, 8:11. 
    8. Ofrendas y deberes sacerdotales, 8:12-16. 
    9. Las naves de Salomón, 8:17,18. 
    10. La visita de la reina de Sabá, 9:13-28. 
    11. Oro y gloria de Salomón, 9:13-28. 
    12. El fin del reinado de Salomón, 9:29-31. 
    D. Los reyes de Judá, 2 Crón. 10:1 a 36:21. 131 
    1. Roboam, 10:1 a 12:16. 
    a. Rebelión de las diez tribus, 10:1 a 11:4. 
    b. Consolidación de las defensas de Judá,11:5-12. 
    c. La deserción de los sacerdotes y levitas de Israel . 
    a Roboam, 11:13-17 
    d. La familia de Roboam, 11:18-23. 
    e. La invasión de Sisac, 12:1-12. 
    f. El fin del reinado de Roboam, 12:13-16. 
    2. Abías, 13:1-22. 
    a. Guerra de Abías contra Jeroboam, 13:1-20. 
    b. La familia de Abías y su registro, 13:21,22. 
    3. Asa, 14:1 a 16:14. 
    a. Esfuerzos en contra de la idolatría, 14:1-5. 
    b. Medidas tomadas para fortalecer el reino, 14:,6-8. 
    c. Victoria sobre Zera el etíope, 14:9-15. 
    d. La profecía de Azarías, 15: 1-7. 
    e. Obra de reforma de Asa, 15: 8-19. 
    f. Guerra con Baasa, 16:1-6. 
    g. Hanani reprende a Asa y es encarcelado, 16:7-10. 
    h. El fin del reino de Asa, 16:11-14. 
    4. Josafat, 17:1 a 21:3. 
    a. Prosperidad y buenas obras de Josafat, 17:1-12. 
    b. jefes y hombres de guerra de Josafat, 17:13-19. 
    c. Alianza con Acab y guerra contra Siria, 18:1-34. 
    d. Jehú reprende a Josafat, 19:1-3. 
    e. Josafat instruye a los jueces y sacerdotes, 19: 4-11. 
    f. Derrota de Amón, Moab y los del monte de Scir, 20:1-30. 
    g. Un resumen del reinado de Josafat, 20:31 a 21:3. 
    5. Joram, 21:4-20. 
    a. Joram mata a sus hermanos, 21:4. 
    b. Los malos caminos de Joram y la rebelión de 
    Edom y Libna, 21: 5-11. 
    c. Castigos divinos contra Joram a cansa de sus malos 
    caminos, 21:12-20. 
    6. Ocozías, 22:1-9. 
    7. Atalía, 22:10 a 23:2 1. 
    a. Atalía usurpa el gobierno, 22:10-12. 
    b. Joiada destrona a Atalía y hace rey a Joás, 23:1-21 
    8. Joás, 24:1-27. 
    a. La reparación del templo, 24:1-14. 
    b. Muerte de Joíada y apostasía nacional, 24:15-22. 
    c. La invasión siria y el asesinato de Joás, 24:23-27. 
    9. Amasías, 25: 1-28. 
    a. El buen comienzo de Amasías, 25:1-4. 
    b. Victoria sobre Edom, 25:5-13. 
    c. Desastrosa derrota de Amasías a manos de Joás 
    de Israel, 25:14-24. 
    d. El fin del reinado de Amasías, 25:25-28. 
    10. Uzías, 26:1-23. 
    a. Los buenos hechos de Uzías, 26:1-5. 
    b. Proezas militares de Uzías, 26:6-15. 
    c. La presunción y lepra de Uzías, 26:16-23. 
    11. Jotán, 27:1-9. 132 
    12. Acaz, 28:1-27. 
    a. La iniquidad de Acaz, 28:1-4. 
    b. Acaz es entregado en manos del rey de Siria 
    e Israel, 28: 5-8. 
    c. Se libera a los israelitas cautivos de Israel, 28: 9-15. 
    d. Acaz pide ayuda a Asiria, 28: 16-21. 
    e. Se fomenta la idolatría y se cierra el templo, 28: 
    22-27. 
    13. Ezequías, 29: 1 a 32: 33. 
    a. Ezequías limpia y repara el templo, 29: 1-36. 
    b. Israel y Judá invitados a celebrar la pascua, 30: 
    1-12. 
    c. La celebración de la pascua, 30: 13-27. 
    d. Reforma religiosa de Ezequías, 31: 1-2 l. 
    e. Invasión de Senaquerib, 32: 1-23. 
    f. Enfermedad, orgullo, prosperidad y muerte de 
    Ezequías, 32: 24-33. 
    14. Manasés, 33: 1-20. 
    a. Manasés fomenta la idolatría, 33: 1-10. 
    b. Su cautividad y arrepentimiento, 33: 11-20. 
    15. Amón, 33: 21-25. 
    16. Josías, 34: 1 a 35: 27. 
    a. Reforma religiosa, 34: b. Se repara el templo, 34: 8-13. 
    c. Se halla el libro de la ley, 34: 14-19. 
    d. La profecía de Huida, 34: 20-28. 
    e. La lectura de la ley y la renovación del pacto, 34: 29-33. 
    f. Se observa la pascua, 35: 1-19. 
    g. Muerte de Josías, 35: 20-27. 
    17. Joacaz, 36: 1-4. 
    18. Joacim, 36: 5-8. 
    19. Joaquín, 36: 9, 10. 
    20. Sedequías y la caída de Judá, 36: 11-21. 
    a. Pecado y rebelión, 36: 11-13. 
    b. Transgresión de los gobernantes y el pueblo, 36:14-16. 
    c. La cautividad en Babilonia, 36: 17-21. 
    E. Epílogo; Ciro pone fin al cautiverio, 36: 22, 23. 133 

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