domingo, 20 de febrero de 2011

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE LUCAS

 Evangelio Según SAN LUCAS 
    INTRODUCCIÓN 
    1.Título. 
    Los manuscritos más antiguos de este Evangelio dicen sólo "Según Lucas"; pero en manuscritos posteriores se lee: "El Evangelio según San Lucas" o "El santo Evangelio según Lucas". 
    2. Autor. 
    El consenso antiguo y unánime de la tradición cristiana señala a Lucas como el autor del Evangelio que lleva su nombre. El historiador eclesiástico Eusebio (m. c. 340) dice específicamente que Lucas es el autor de este Evangelio (Historia eclesiástica, iii. 4. 6). Un siglo antes Tertuliano (m. c. 230) se refirió a Pablo como el "iluminador" de Lucas, esto es, el que había animado a éste y le había dado mucha de la información que contienen sus escritos. Ireneo escribió alrededor del año 185 d. C.: "Lucas, el seguidor de Pablo, escribió en un libro el Evangelio predicado por éste". El famoso Fragmento Muratoriano, una parte de un documento escrito a fines del segundo siglo, concuerda con Ireneo, pues declara que el tercer Evangelio fue escrito por Lucas, un médico y compañero de Pablo. Las tradiciones más antiguas señalar, pues, unánimemente a Lucas como el autor del Evangelio que lleva su nombre. 
    El Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles pueden considerarse como los tomos 1 y 2 de una obra que bien podría titularse Origen y desarrollo del cristianismo. La introducción del libro de los Hechos (cap. 1: 1) señala nítidamente a un solo autor para ambos libros, y el estilo literario y la dicción son evidentemente los mismos. Además, ambos libros son dedicados a una misma persona: a Teófilo (Luc. 1: 3; Hech. 1: 1). Las secciones de los Hechos donde el escritor utiliza el plural "nosotros" indican claramente que éste era un constante compañero de Pablo, especialmente durante los años finales del ministerio del apóstol. Parece que el autor se asoció con Pablo desde Troas -durante los primeros días de la predicación en Grecia (Hech. 16: 10-18)-, lo acompañó en su visita final a Palestina (cap. 20: 5 a 21: 18) y también durante su viaje a Roma (cap. 27: 1 a 28: 16). Lucas, como colaborador de Pablo, envía saludos (File. 23-24; Col. 4: 14) a aquellos a quienes se dirigen estas cartas. Casi al final de su último encarcelamiento en Roma, Pablo escribió a Timoteo: "Sólo Lucas está conmigo" (2 Tim. 4: 11). Los demás compañeros de Pablo, o habían sido enviados en misiones a otras iglesias o lo habían abandonado. Pablo tuvo que haber sentido, en medio de las angustias de sus últimos días, un profundo aprecio por el tierno y eficiente servicio de un hombre como "Lucas, el médico amado". Es, pues, 650 bastante claro que Lucas fue el autor del libro de los Hechos y del Evangelio que lleva su nombre. 
    El contexto de Col. 4: 11-14 parece sugerir que Lucas no era judío sino gentil, porque no es incluido en la lista de los de la circuncisión sino en la de otros conocidos como gentiles. El Evangelio de Lucas se considera generalmente como una de las mejores obras literarias del Nuevo Testamento, y en muchos aspectos es el más próximo al estilo de los grandes escritores griegos. Esto se evidencia en forma especial en el prólogo (Luc. 1: 1-4). 
    Eusebio (Ibíd.) describe así a Lucas: "por raza, de Antioquía; y de profesión, médico". Probablemente era originario de Antioquía, y algunos han pensado que fue en esta ciudad donde escribió; pero otros han sugerido que lo hizo en Roma. Lucas y Pablo son los escritores más prolíficos del Nuevo Testamento. Se desconocen el lugar y la manera de la muerte de Lucas, aunque la tradición afirma que fue martirizado en Grecia, y añade que fue clavado sobre un olivo verde. 
    Los eruditos más conservadores asignan la composición de este Evangelio a una fecha no posterior al año 63, por las siguientes razones: fue escrito aparentemente antes de los Hechos (Hech. 1: 1). La abrupta conclusión de los Hechos se considera generalmente como una evidencia de que este libro fue escrito durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma, alrededor de los años 61-63, probablemente poco después de su llegada a esa ciudad. La explicación más sencilla para esta abrupta conclusión es que Lucas no escribió más en los Hechos porque en ese momento no había nada que añadir. Sería extremadamente improbable que el juicio, liberación, nuevo arresto, sentencia y ejecución de Pablo hubieran sido omitidos del registro de los Hechos si estos eventos ya hubieran sucedido cuando se escribía este libro. Además, no hay evidencia de que dichos sucesos fueron parte del texto original de los Hechos y que más tarde se perdieron. A la luz de estas circunstancias es fácil suponer que los Hechos fueron escritos alrededor del año 63 y el Evangelio de Lucas en una fecha anterior (Hech. 1: 1), aunque no puede decirse cuántos años antes. Para un estudio más completo de la cronología de la redacción de los Evangelios ver pp. 173-174; y para estudiar las diferentes teorías en cuanto a los orígenes de los mismos, ver pp. 170-172. 
    3. Marco histórico. 
    Para una breve reseña histórica de la vida y obra de Jesús, ver p. 266; y para una presentación más completa ver pp. 42-69. 
    4. Tema. 
    Mateo presenta a Jesús como el gran Maestro y exponente de la verdad divina. Marcos lo presenta como el Hombre de acción, poniendo énfasis en sus milagros como una manifestación del poder divino que atestigua que es el Mesías. Lucas pone a Jesús en contacto íntimo con las necesidades de la gente, destacando el aspecto humano de su naturaleza y presentándolo como el Amigo de la humanidad; y Juan presenta a Jesús como el divino Hijo de Dios. 
    Como Mateo escribió en primer lugar para la gente de ascendencia judía, presenta la genealogía de Jesús a partir de Abrahán, el fundador de su nación; pero Lucas, que escribe para la gente de todas las razas, presenta la genealogía de Jesús partiendo de Adán, padre de la raza humana. Lucas, más que ningún otro evangelista, se refiere a los incidentes que destacan el interés y el ministerio de Jesús por los gentiles. Menciona también más que los otros evangelistas a los centuriones romanos, y lo hace siempre en forma favorable. La visión del mundo que tiene Lucas se hace evidente en sus escritos sobre las apelaciones de Pablo a los gentiles (Hech. 14: 15-17; 17: 22-31). En los escritos de Lucas apenas si se hallan rastros del exclusivismo Judío, pero sí puede descubrirse de vez en cuando en Mateo y Marcos. 
    Una evidencia más de que Lucas fue el escritor del Evangelio que lleva su nombre,651puede verse en los términos médicos que aparecen frecuentemente en su libro (Luc. 4: 38; 5: 12; 8: 43, etc.), los cuales podrían indicar que su autor era médico (Col. 4: 14). 
    5. Bosquejo 
    Un bosquejo cronológico completo del Evangelio de Lucas aparece en las pp. 186-191; por esta razón, el que aquí se presenta se refiere únicamente a los aspectos más destacados de la vida y ministerio de Jesús: 
    I. Infancia, niñez y juventud, 1: 1 a 2: 52. 
    II. Preparación para el ministerio, hacia septiembre del año 27 d. C., 3: 1 a 4: 13. 
    III. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 4: 14 a 9: 17. 
    A. Comienzo del ministerio en Galilea, 4: 14-41. 
    B. Primera gira misionera por Galilea, 4: 12 a 5: 16. 
    C. Ministerio en Capernaúm y alrededores, 5: 17 a 6: 16. 
    D. El Sermón del Monte, 6: 17-49. 
    E. Segunda gira misionera por Galilea, 7: 1 a 8: 56. 
    F. Tercera gira misionera por Galilea, 9: 1-17. 
    IV. Retiro del ministerio público, primavera a otoño, año 30 d. C., 9: 18-50. 
    V. Ministerio en Perea, otoño a primavera, año 30-31 d. C., 9: 51 a 19: 27. 
    A. Ministerio en Samaria y Perea, 9: 51 a 10: 24. 
    B. Enseñanza mediante parábolas, 10: 25 a 18: 14. 
    C. El último viaje a Jerusalén, 18: 15 a 19: 27. 
    VI. Concluye el ministerio en Jerusalén, pascua, año 31 d. C., 19: 28 a 23: 56. 
    A. Enfrentamiento con los escribas y fariseos, 19: 28 a 21: 4. 
    B. Sermón en el monte de los Olivos, 21: 5-38. 
    C. Arresto y juicio de Jesús, 22: 1 a 23: 25. 
    D. Crucifixión y entierro de Jesús, 23: 26-56. 
    VII. Resurrección y apariciones posteriores a su resurrección, 24: 1-53. 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE MARCOS

Evangelio Según SAN MARCOS 
    INTRODUCCIÓN 
    1. Título 
    Los manuscritos más antiguos que existen simplemente llevan el título "Según Marcos". Más tarde, a medida que el término "Evangelio" comenzó a aplicarse a la historia de la vida y el ministerio de Jesús, se incorporó al título de este libro. El título "El Evangelio Según San Marcos" sólo aparece en manuscritos posteriores. 
    2. Autor 
    El testimonio constante y unánime de la tradición cristiana señala a Juan Marcos como el autor de este Evangelio. El nombre Marcos deriva del latín Marcus, y es a la vez su apellido (Hech. 12: 12, 25). Su primer nombre era Juan (Hech. 13: 5, 13), y el nombre de su madre, María (Hech. 12: 12). Era "sobrino de Bernabé" (Col. 4: 10), quien antes había vivido en Chipre (Hech. 4: 36). En el hogar de Marcos, en Jerusalén, parece que estaba el "aposento alto" (HAp 135), en donde por un tiempo, al menos, vivieron algunos de los apóstoles después de la resurrección y ascensión de Jesús (Juan 20: 19; Hech. 1: 13), y en donde se reunían los miembros de la primera iglesia en Jerusalén (Hech. 12: 12). Juan Marcos acompañó a Pablo y a Bernabé en el primer viaje misionero de estos apóstoles (Hech. 13: 5,13); en un viaje posterior Marcos acompañó a Bernabé a la isla de Chipre (Hech. 15: 36-39). Parece que Marcos trabajó más tarde bajo la dirección de Pedro y de Pablo (1 Ped. 5: 13; Col. 4: 10; 2 Tim. 4: 11). El hecho de que este Evangelio lleve el nombre de una persona tan poco destacada como Marcos, es una evidencia indirecta de su autenticidad y de que él es el verdadero autor. Si este Evangelio fuera una falsificación, sin duda se le habría adjudicado el nombre de una persona mejor conocida, que hubiera estado asociada personalmente con Jesús, como el apóstol Pedro. No hay una razón válida para dudar ni de la autenticidad del libro ni de que Marcos es su autor. Papías, obispo de Hierápolis, distante unos 16 km (10 millas) de Colosas y unos 10 km (6 millas) de Laodicea, en Asia Menor, fue el primer escritor que se sepa haya afirmado que Marcos era el autor de este Evangelio. En su obra Interpretaciones, según la cita Eusebio (Historia eclesiástica iii. 39. 15), dice así: 
    "Decía aquel presbítero [muy probablemente el presbítero Juan], refiere Papías, que Marcos, intérprete de Pedro, escribía totalmente con diligencia cuantas cosas encomendaba a la memoria; pero que sin embargo no exponía ordenadamente los dichos y hechos del Señor. Pues él nunca había oído ni seguido al Señor, sino que 552 había vivido después con Pedro, como he dicho, el cual predicaba el Evangelio para utilidad de los oyentes, no para tejer una historia de los discursos del Señor. Por ese motivo en nada faltó Marcos, que escribió algunas cosas tal como las sacaba de la memoria. Porque una sola cosa deseaba, a saber, no omitir nada de lo que había oído, ni agregar a ello alguna falsedad". 
    Esta declaración concuerda con la siguiente referencia de Pedro: "Marcos mi hijo" (1 Ped. 5: 13). 
    La declaración de Papías se toma generalmente para afirmar que Marcos era el traductor de Pedro cuando éste se dirigía a congregaciones cuyo idioma no hablaba bien, posiblemente en lugares en donde no se hablaba arameo, la lengua nativa de Pedro. En contraste a esto, léase HAp 32-33. Presumiblemente Marcos tradujo tan a menudo la predicación evangélica de Pedro y se familiarizó tanto con ella, que pudo escribir, bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Evangelio que lleva su nombre. La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que de los cuatro Evangelios el de Marcos es el primero que se escribió. 
    Los padres de la iglesia no concuerdan en si Marcos escribió antes o después de la muerte de Pedro (c. 64-66). Ireneo de Lyon afirma (c. 185) que Marcos escribió el Evangelio después de la muerte de Pedro (Contra herejías iii. 1.1); pero Clemente de Alejandría (c. 190) sitúa la escritura de este Evangelio mientras aún vivía Pedro (Eusebio, Historia eclesiástica, vi. 14. 5-7). La segunda afirmación parece concordar más estrechamente con la información que hay actualmente. Pero sea como fuere, la escritura de este Evangelio debe situarse entre los años 55 al 70. 
    En el Evangelio de Marcos hay muchas declaraciones que evidencian que fue escrito para lectores no judíos. Palabras como kenturíÇn (latín, centurio, "centurión"; cap. 15: 39), spekoulátÇr (latín, spiculator, "verdugo", "vigilante"; cap. 6: 27), sugieren que, aunque redactado en griego, el idioma culto de esa época, fue dirigido a los romanos. Marcos pudo haber usado palabras comunes del griego para referirse a esos funcionarios, y no del latín, pero parece que repetidamente escogió palabras latinas transliteradas al griego porque seguramente eran más familiares para sus lectores. Explica el valor de las monedas (cap. 12: 42), ya que sus lectores evidentemente no estaban familiarizados con tales valores. Explica también la pascua judía (cap. 14: 12) y las costumbres de los fariseos (cap. 7: 3-4). Traduce además varias palabras y expresiones arameas (cap. 5: 41; 7: 34; 15: 34). Ninguna de estas explicaciones habría sido necesaria para lectores de Palestina. Pero al mismo tiempo el escritor era obviamente un judío que conocía el arameo y estaba familiarizado con el AT, el cual cita, sin embargo, de la LXX. 
    3. Marco histórico. 
    Para un breve bosquejo del fondo histórico de la vida y la misión de Jesús, ver p. 266; y para una más amplia discusión de varios detalles, ver pp. 42-68. 
    4.Tema. 
    Marcos es el más corto de los cuatro Evangelios; sin embargo, en muchos aspectos es el más ágil y vigoroso de todos. Aunque sólo tiene dos tercios de la extensión de Mateo, registra la mayor parte de los incidentes que menciona éste. Su estilo es terso, fuerte, incisivo, vívido, pintoresco, y a menudo da detalles significativos que no mencionan los otros evangelistas. 
    Marcos da énfasis a Jesús como un Hombre de acción, mientras que Mateo lo presenta como un Maestro. Por lo tanto, Marcos registra casi todos los milagros que mencionan los otros Evangelios sinópticos. Una palabra muy característica de Marcos es euthéos (o euthús): "luego" (cap. 1: 10, 18, 20-21, 29); "en seguida", "inmediatamente", "al instante" (cap. 1: 30, 41-42); "al momento" (cap. 4: 16). La utiliza más a menudo que todos los otros evangelistas juntos. (Ver com. cap. 1: 10.) 553 
    Marcos relata la vida de Cristo mayormente en orden cronológico, y no por tópicos como lo hace Mateo. Su énfasis en los milagros señala claramente su propósito: destacar el supremo poder de Dios, como puede verse en las "maravillas" y "milagros" hechos por Jesús. Este es el objetivo primario de Marcos, así como el de Mateo es señalar que Jesús cumplió todas las predicciones de los profetas del AT. Mateo prueba que Jesús es el Mesías basándose en que es Aquel de quien los profetas dieron testimonio. Marcos prueba que Jesús es el Mesías por el testimonio que da de su poder divino, el cual, presumiblemente, sería más convincente para los lectores a quienes se dirigía: cristianos de origen gentil, posiblemente romanos. Ver pp. 181, 266-269. 
    5. 
    Bosquejo. 
    Un bosquejo completo y cronológico del Evangelio de Marcos aparece en las pp. 186-191, por lo tanto, el que aquí se presenta cubre únicamente las fases más destacadas de la vida y ministerio de Jesús: 
    I. Preparación para el ministerio, otoño, 27 d. C., 1: 1-13. 
    II. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 1: 14 a 7: 23. 
    A. Primer ministerio en Galilea, 1: 14-34. 
    B. La primera gira misionera, 1: 35-45. 
    C. Ministerio en y alrededor de Capernaúm, 2: 1 a 3: 19. 
    D. La segunda gira misionera, 3: 20 a 5: 43. 
    E. La tercera gira misionera, 6: 1 a 7: 23. 
    III. Retiro del ministerio público, primavera a otoño, 30 d. C., 7: 24 a 9: 50. 
    A. Ministerio en las regiones limítrofes a Galilea, 7: 24 a 8: 10. 
    B. Vislumbres de la cruz, 8:11 a 9: 50. 
    IV. Ministerio en Perea, otoño 30 d. C. a primavera 31 d. C., 10: 1-52. 
    V. Conclusión del ministerio en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 11: 1 a 15: 47. 
    A. Conflictos con los escribas y los fariseos, 11: 1 a 12: 44. 
    B. Profecía de Jesús en cuanto a la caída de Jerusalén y su segunda venida, 13: 1-37. 
    C. Arresto y juicio de Jesús, 14:1 a 15: 20. 
    D. Crucifixión y entierro de Jesús, 15: 21-47. 
    VI. Resurrección y apariciones de Jesús, 16: 1-20. 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE MATEO

Evangelio Según SAN MATEO 
    INTRODUCCIÓN 
    1.Título. 
    Los manuscritos griegos más antiguos del NT existentes hoy dan a este libro el título de "Según Mateo". El título que aparece en la RVR -"El Evangelio de San Mateo"- se encuentra en la mayoría de los manuscritos posteriores, menos la palabra "San". El título que lleva en el Textus receptus (ver p. 143), "El Santo Evangelio según Mateo", sólo se encuentra en los manuscritos más recientes. En las Escrituras, el término "evangelio" (gr. euaggélion) significa "buenas nuevas". Es decir, las buenas nuevas de salvación expuestas en la vida y las enseñanzas de Jesús. No se aplica al registro escrito en sí; sin embargo, después del período neotestamentario, se usó esta palabra también para referirse a los libros que narran la vida de Jesús. 
    2. Autor. 
    Los antiguos escritores afirman unánime y consecuentemente que el autor del primero de los cuatro Evangelios fue Mateo, el discípulo. La evidencia interna indica que el libro fue escrito por un judío convertido al cristianismo. Tal fue el caso de Mateo (Mat. 9:9; cf. Mar. 2:14). Por haber sido publicano antes de ser llamado al discipulado, Mateo debe de haber estado acostumbrado a conservar registros, cualidad de gran valor para el que escribe una narración histórica. La modesta referencia que hace de sí mismo en la fiesta (Mat. 9:10; cf. Luc. 5:29) puede compararse con la forma en que Juan (Juan 21:24) y posiblemente Marcos (Mar. 14:51-52) se refieren a sí mismos, y por lo tanto puede ser un testimonio indirecto de que Mateo lo escribió. 
    En torno del año 140 d. C., Papías de Hierápolis, tal como lo cita Eusebio (Historia eclesiástica iii. 39), afirmó que "Mateo escribió ciertamente los oráculos divinos en lengua hebrea, cada cual los interpretó como pudo". Medio siglo más tarde, Ireneo escribió, según lo cita Eusebio (Historia eclesiástica v. 8): " "Mateo... dio a luz entre los hebreos un Evangelio escrito en la lengua de éstos, mientras Pedro y Pablo predicaban a Cristo en Roma y echaban los cimientos de la Iglesia"". Basándose en estas declaraciones y afirmaciones similares de escritores posteriores, algunos han llegado a la conclusión de que el Evangelio de Mateo fue escrito originalmente en arameo (el "hebreo" de Papías e Ireneo) y fue posteriormente traducido al griego; sin embargo, esta teoría no ha merecido aceptación general. La evidencia existente hoy está lejos de ser decisiva. En vista de que se sabe que numerosas "obras" circularon entre los judíos sólo en forma oral, se cree que la referencia de Papías con respecto a 266 que Mateo escribió los "oráculos" de Jesús, se refiere más bien a una composición oral y no escrita, y que el "evangelio" de Ireneo quizá fue también un relato oral. No hay evidencia de que Papías e Ireneo se refirieran a lo que hoy conocemos como el Evangelio según Mateo. Las razones por las cuales inferimos que el Evangelio de Mateo, como lo tenemos hoy, fue escrito originalmente en griego, son las siguientes: 
    1. El texto griego de Mateo no revela las características de una obra traducida. Los supuestos arameísmos aparecen también en los otros Evangelios, y pueden indicar solamente que el autor pensaba en arameo mientras escribía en griego. El libro de Apocalipsis está repleto de expresiones idiomáticas arameas. 
    2. La uniformidad de lenguaje y estilo dan claramente la impresión de que el libro fue escrito originalmente en griego. 
    3. Los notables parecidos lingüísticos con el griego de Marcos, en especial, y en menor grado con Lucas, hacen más difícil la posibilidad de que se trate de una traducción. 
    Con respecto al origen de los cuatro Evangelios, ver las pp. 170-175. 
    3. Marco histórico.- 
    Durante la vida de Cristo, Palestina estaba bajo la jurisdicción de Roma, cuyas legiones, comandadas por Pompeyo, subyugaron la región y la anexaron a la provincia romana de Siria en 64-63 a. C. Después de haber disfrutado de independencia política durante unos 80 años antes de la llegada de los romanos, los judíos sufrieron mucho por la presencia y la autoridad de los gobernantes extranjeros, tanto civiles como militares. Cuando el senado romano nombró a Herodes el Grande (37-4 a. C.) como rey sobre buena parte de Palestina, la suerte de los judíos fue aún más angustiosa. Ver pp. 42-44. 
    Es fácil entender que el deseo de lograr la independencia se convirtiera en una obsesión general y afectara casi todos los aspectos de la vida nacional. Sobre todo, este deseo impregnaba el pensamiento religioso de la época y la interpretación de los pasajes mesiánicos del AT. La dominación de los romanos era resultado directo de la desobediencia a los mandatos divinos (ver t. IV, pp. 34-35). Mediante Moisés y los profetas, Dios le había advertido a su pueblo en cuanto a los sufrimientos que seguirían a la desobediencia. 
    Era natural que los judíos procuraran liberarse del doble yugo que les imponían César y Herodes. En repetidas ocasiones surgieron caudillos que con celo mesiánico lucharon por los derechos del pueblo y para reparar las injusticias por medio de la espada. Los judíos creían de todo corazón que las profecías mesiánicas del AT les prometían un mesías político que libraría a Israel de la opresión extranjera y subyugaría a todas las naciones. Las aspiraciones políticas distorsionaban así la esperanza mesiánica, y puesto que Jesús de Nazaret no cumplió estas falsas expectativas, el orgullo nacional impidió que el pueblo reconociera en él a Aquel de quien los profetas habían dado testimonio. 
    Se trata más ampliamente el marco histórico de los Evangelios en las pp. 42-69. 
    4.Tema. 
    El tema de cada uno de los cuatro Evangelios es la encarnación, la vida ejemplar, el ministerio público, la muerte vicaria, la resurrección y la ascensión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. No fue por un accidente que los cuatro Evangelios llegaron a formar parte del sagrado canon del NT, pues cada uno de ellos hace una contribución propia a la narración evangélica. La misión del Hijo de Dios en esta tierra era de tal magnitud que hubiera sido difícil, si no imposible, aun para los que estaban más íntimamente relacionados con Jesús, captar el significado de cada detalle de esa maravillosa vida. A fin de que se preservara para las generaciones futuras un cuadro completo de la vida y del ministerio de Jesús, la Inspiración dirigió y capacitó a cuatro hombres para que se conservara el registro del relato 267 evangélico, escrito quizá desde el punto de vista que a cada uno le interesaba personalmente. Al escribir, cada uno de los cuatro evangelistas tenía un propósito claro. Cada uno omitió ciertos hechos mencionados por los otros y añadió detalles propios. 
    Ver pp. 181-182. 
    Es como si cuatro pintores hubieran pintado un retrato de Jesús, cada uno desde un ángulo diferente. En todos los casos, el tema es el mismo, pero el aspecto es diferente. En su conjunto, los cuatro retratos proporcionan un concepto más completo y perfecto de Jesús de lo que podría hacer un cuadro solo. El retrato así formado por los cuatro evangelistas nos permite contemplar la vida de Cristo en su verdadera perspectiva. Todo lo que necesitamos conocer acerca del Salvador ha sido revelado (ver CW 158). 
    Guiado por la Inspiración, cada evangelista escogió los hechos que mejor se avenían a su propósito, y los ordenó de acuerdo con el punto de vista que eligió. De este modo, algunas veces omitió cosas narradas por los otros, por lo que resulta a veces difícil correlacionar las diversas partes del relato evangélico y asignar a cada una su lugar adecuado en la secuencia de los sucesos. "No existe siempre orden perfecto ni aparente unidad en las Escrituras. Los milagros de Cristo no se presentan en su orden exacto" (EGW MS 24, 1886). Ver en las pp. 186-191 una cronología sugerente de los diversos acontecimientos de la vida de Cristo. 
    Cada uno de los cuatro evangelistas presenta a Jesús ante sus lectores de una manera característica, según los propósitos de su propio relato evangélico. 
    Tanto Mateo como Lucas lo presentan haciendo resaltar su papel como Hijo del hombre; Marcos y Juan recalcan su verdadera divinidad y lo destacan como el Hijo de Dios. Mateo presenta a Jesús como hijo de Abrahán, como judío, Aquel que había venido en cumplimiento de las promesas hechas a los padres. Lucas lo señala como hijo de Adán (Luc. 3:38), y por ende como Salvador de toda la humanidad. Dando por sentada su divinidad, Marcos sencillamente declara que es Hijo de Dios (Mar. 1:1). Juan afirma que la verdadera humanidad de Jesús (Juan 1:14) de ningún modo disminuye el hecho de que es divino en el sentido absoluto de la palabra (Juan 1:1-3). 
    Una característica distintiva del Evangelio de Mateo es su registro íntegro de los sermones y de los otros discursos del Salvador. Presenta a Cristo como el gran Maestro. Su Evangelio contiene seis grandes discursos, registrados ampliamente. En los otros Evangelios aparecen en forma breve o no están registrados. Son los siguientes: (1) el Sermón del Monte, cap. 5-7; (2) el discurso sobre el discipulado, cap. 10; (3) el sermón junto al mar, enteramente compuesto de parábolas, cap. 13; (4) el discurso sobre la humildad y las relaciones humanas, cap. 18; (5) el discurso sobre la hipocresía, cap. 23; (6) el discurso sobre el regreso de Cristo, cap. 24-25. 
    Una segunda característica importante atañe a aquellos aspectos del Evangelio que revelan claramente el tipo de público al cual se dirigía Mateo. Ese público parece haber estado compuesto mayormente de judíos cristianos y de judíos incrédulos. Su propósito evidente era convertir a estos últimos a la fe en Jesús como el Mesías de la profecía, y confirmar la fe de los primeros. Más que todos los otros escritores evangélicos juntos, Mateo presenta a Jesús como Aquel a quien anticipaban los símbolos del AT y en quien hallaron su cumplimiento. Presenta a Jesús como el que vino no para abolir "la ley", sino para cumplirla (cap. 5:17); como hijo de Abrahán e hijo de David, el padre de la nación y su más ilustre rey, respectivamente. 
    El falso concepto que los judíos tenían de la persona del Mesías y de la naturaleza de su reino, los llevó a rechazar a Jesús. El Mesías de sus sueños era un gran rey que conduciría la nación a la independencia y a la supremacía mundial. Pero no concebían a su Mesías como Rey de justicia, como Aquel que los llevaría a vencer el pecado 268 en sus propias vidas y a lograr la verdadera libertad espiritual. Los judíos no podían reconciliar los pasajes del AT que describían a un Mesías sufriente con los otros que predecían su glorioso reinado. Como resultado, no tomaban en cuenta los primeros y hacían una aplicación errónea de los últimos (DTG 21-22, 182-183, 222, 722-723). Para los judíos, estos pasajes contradictorios constituían una paradoja insoluble. 
    Buscaban exclusivamente el reino glorioso del Mesías, y no encontraban lugar en sus planes para el reino de la gracia del Mesías, el requisito previo necesario para alcanzar el reino de gloria (ver com. cap. 4:17; 5:2-3). Mateo parece haber tenido el propósito de resolver este dilema y mostrar que el Mesías vencedor también era un Mesías sufriente. Resuelve este problema mostrando que Jesús era en verdad rey de Israel y la "Simiente" prometida a David, pero que a la vez era un Mesías sufriente. Ver com. Mat. 2:1. 
    Otro hecho importante que debe recordarse al estudiar el libro de Mateo es que este Evangelio esencialmente presenta la vida de Cristo en un orden lógico, ordenado por temas, y no cronológicamente. Es verdad que hay cierta secuencia cronológica dentro de la ubicación de las fases principales de la vida y del ministerio de Jesús. Pero la secuencia de los acontecimientos dentro de un período dado no necesariamente sigue el verdadero orden cronológico. En realidad, Mateo se aparta de la estricta secuencia cronológica más que ningún otro escritor evangélico, puesto que su meta principal es la de desarrollar un concepto específico en cuanto a la vida y la misión de Jesús que contribuya a lograr el propósito primordial que lo movió a escribir. No es el cronista que registra todos los acontecimientos a medida que ocurren, sino el historiador que reflexiona sobre el significado de estos acontecimientos teniendo como telón de fondo la historia de la nación escogida. Ver pp. 181-182. 
    5. Bosquejo. 
    El breve bosquejo que se presenta a continuación refleja el propósito que tenía Mateo al componer el relato evangélico. Ver en las pp. 186-191 un bosquejo cronológico más detallado. 
    I. Nacimiento, infancia y niñez, 1:1 a 2:23. 
    A. Antes del nacimiento de Jesús, 1:1-25. 
    B. La niñez de Jesús, 2:1-23. 
    II. Preparación para el ministerio, otoño (septiembre-noviembre) de 27 d. C., 3:1 a 4:11. 
    A. Ministerio de Juan el Bautista, 3: 1-12. 
    B. El bautismo, 3:13-17. 
    C. La tentación, 4:1-11. 
    III. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 4:12 a 15:20. 
    A. Comienzos del ministerio en Galilea, 4: 12-25. 
    B. El Sermón del Monte, 5:1 a 8:1. 
    C. El poder de Jesús sobre la enfermedad, la naturaleza y los demonios, 8: 2 a 9:34. 
    D. Instrucción sobre métodos de evangelización, 9:35 a 11:1. 
    E. La delegación enviada por Juan el Bautista, 11:2-30. 
    F. Conflicto con los fariseos, 12:1-50. 
    G. El sermón junto al mar: parábolas del reino, 13:1-52. 
    H. Fin del ministerio público en Galilea, 13:53 a 15:20. 
    IV. Terminación del ministerio público, primavera a otoño (marzo-noviembre), 30 d. C., 15:21 a 18:35. 
    A. Ministerio en las regiones vecinas a Galilea, 15:21-39. 
    B. Nuevos conflictos con los fariseos, 16:1-12. 269 
    C. Preparación para la cruz, 16:13 a 17:27. 
    D. La importancia de la humildad en las relaciones humanas, 18:1-35. 
    V. Ministerio en Perea, otoño a primavera (septiembre-mayo), 30-31 d. C., 19:1 a 20:34. 
    A. Enseñanzas en Perea, 19:1 a 20:16. 
    B. El último viaje a Jerusalén, 20:17-34. 
    VI. Ministerio final en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 21:1 a 27:66. 
    A. Conflicto con los escribas y fariseos, 21:1 a 23:39. 
    B. Instrucciones en cuanto a la segunda venida de Cristo, 24:1 a 25:46. 
    C. El arresto y el juicio, 26:1 a 27:31. 
    D. La crucifixión y la sepultura, 27:32-66. 
    VII. La resurrección; apariciones posteriores, 28:1-15. 
    A. La gran comisión, 28:16-20. 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE MALAQUIAS

 El Libro del Profeta MALAQUIAS 
    INTRODUCCIÓN 
    1. Título.- 
    Malaquías, Mal"aki en hebreo, significa "mi mensajero". Sin embargo, la palabra podría ser una contracción de Mal"akiyah que significaría "mensajero de Yahweh". Por no hallarse en ninguna otra parte del AT, algunos han creído que Malaquías no era el nombre del profeta, sino meramente una designación de él como "mensajero" de DIOS. 
    2. Paternidad literaria.- 
    El profeta no hace ninguna referencia biográfica ni nos da la fecha de su ministerio. Sin embargo, queda poca duda de que él fuese el último de los profetas del AT. Por el contenido de su libro es evidente que Malaquías profetizó cuando el cautiverio casi había pasado al olvido y después de que el templo había sido restaurado y su culto instituido por algún tiempo. Los abusos condenados por Malaquías son muy parecidos a los que se produjeron durante la ausencia de Nehemías de Jerusalén, mientras estaba en la corte persa (Neh. 13:6). Muy posiblemente el libro fue escrito alrededor de 425 a. C. De todos modos, se cree que el libro debiera llevar la fecha del tiempo de Nehemías o poco después. 
    3. Marco histórico.- 
    Muchos años después del retorno original del cautiverio babilónico, Nehemías -"copero" del rey Artajerjes (ver com. Neh. 1:11)-, oyó que no eran buenas las condiciones en Jerusalén y pidió permiso para visitar a sus compatriotas que se encontraban allí. El rey accedió fácilmente al pedido, y otorgó a Nehemías una licencia por un período que no conocemos (Neh. 5-6). Nehemías fue nombrado gobernador y, empezando en 444 a. C., llevó a cabo una gran obra de reforma entre los repatriados durante un período de 12 años (ver com. Neh. 5: 14). Después que regresó a Babilonia, pasaron algunos años antes de que volviera a Judea. A su regreso, encontró una marcada decadencia espiritual que procuró corregir. Fue durante este lapso, tal vez entre los dos períodos en que Nehemías actuó como gobernador, cuando el Señor suscitó al profeta Malaquías para que el pueblo de nuevo sirviera sinceramente a Dios. Hay un resumen más completo del marco histórico de Malaquías en el t. 111, pp. 75-81. 
    4. Tema.- 
    En contraste con el emocionante bosquejo profético de Zacarías respecto a las posibilidades ilimitadas que se brindaban a los Judíos a su regreso del exilio (ver pp. 31-34, 1107), la profecía de Malaquías, un siglo más tarde, presenta una escena lúgubre de decadencia espiritual progresiva. Los exiliados habían regresado de la tierra de su cautiverio a la tierra de promisión, pero en su corazón permanecían en el lejano país de la desobediencia y el olvido de Dios (ver pp. 33-34). "Este1144 incumplimiento del propósito divino era muy evidente en días de Malaquías" (PR 520). En realidad, las cosas habían llegado a un punto tal que aun los sacerdotes menospreciaban el culto y el servicio a Dios y estaban hastiados de la religión (cap. 1: 6, 13); Dios por su parte estaba cansado de su infidelidad y de ninguna manera podía aceptar su culto y su servicio (cap. 1: 10, 13; 2: 13, 17). Aunque en la práctica el pacto se había anulado por negligencia, Dios seguía tolerando misericordiosamente a su pueblo extraviado. 
    Dios comisionó al profeta Malaquías para que diera un severo mensaje de amonestación que recordara a los Judíos lo que habían sido antes como nación, y los instara a volver a Dios y reconocer los requisitos del pacto (PR 520-521). Ocho veces, bondadosa y pacientemente, el Señor se dirige al pueblo y a sus dirigentes religiosos, llamándoles la atención a un aspecto tras otro de su apostasía, y ocho veces, impacientemente, ellos rehusan reconocer imperfección alguna (cap. 1: 2, 6-7; 2: 13-14, 17; 3: 7-8, 13-14). El paciente esfuerzo de Dios para conseguir que los israelitas reconocieran sus errores del pasado, Junto con la negación cada vez más vehemente de parte del pueblo de haber cometido equivocación alguna, constituye el tema del libro, el cual se desarrolla como sigue: 
    a. 
    Con suavidad Dios empieza recordándole a Israel su amor eterno, pero ellos protestan duramente alegando que falta una prueba de que él los ama. Dios contesta recordándoles que fue en virtud de su amor por lo que ellos habían llegado a ser una nación (cap. 1: 2-4). 
    b. 
    Observando que Israel debía dar a Dios la honra que un hijo da a un padre, Dios los acusa despreciarlo en vez de corresponder a su amor. Niegan la acusación obstinadamente (vers. 6). 
    c. 
    Dios demuestra que lo desprecian, señalando su conducta para con los sagrados ritos del templo como una ilustración. Han contaminado o hecho vulgares las cosas más sagradas. Pero su reacción indica completa ceguera para distinguir entre lo sagrado y lo común (vers. 7). Tienen una "apariencia de piedad" pero nada saben de su "eficacia" (2 Tim. 3: 5). 
    d. 
    Dios explica en detalles la inutilidad de su vacía rutina de ceremonias religiosas (cap. 1: 18 a 2: 12), concluyendo con el anuncio de que él ya no tomará en cuenta sus ofensas ni las aceptará (cap. 2: 13). Descaradamente y pretendiendo que sus sentimientos han sido heridos, el pueblo demanda saber por qué Dios pasa por alto de esa manera su culto y servicio (vers. 14). Con paciencia él les explica que las formas de la religión no tienen valor cuando sus principios no se aplican a los problemas prácticos de la vida diaria (vers. 14-16). 
    e. 
    Dios también está cansado de su hipócrita pretensión de piedad. El pueblo se defiende insinuando que la acusación divina no tiene fundamento y es injusta. Dios contesta señalando que la incapacidad de ellos para distinguir entre lo sagrado y lo común en los actos del culto está acompañada por un fracaso similar para discernir entre lo bueno y lo malo en la vida diaria. Aminoran el mal con la disculpa de que realmente no tiene importancia, con lo que sugieren que Dios no debiera ofenderse mientras mantengan las formas de la religión (vers. 17). Pero Dios los amonesta diciéndoles que la impenitencia obstinada inevitablemente tendrá el resultado de apresurar el día del castigo final (cap. 3: 1-6). 
    f. 
    Dios ahora acusa a Israel de completa apostasía. No obstante, acompaña la solemne acusación con una bondadosa invitación para que se vuelvan a él. Sin embargo, ellos fingen completa sorpresa e indignación ante el pensamiento de que de alguna manera se hubieran desviado del camino de la obediencia estricta a los requerimientos divinos (vers. 7). 1145 
    g. 
    Dios contesta el desafío con pruebas específicas y tangibles de su descarrío. Los acusa de robo, pero se niegan a reconocer la acusación. Sin embargo, su silencio constituye el reconocimiento tácito de esa verdad (vers. 8-12). 
    h. 
    Finalmente, Dios acusa a los Judíos por sus descaradas respuestas ante el continuo esfuerzo divino para hacerles ver su condición espiritual, pero ellos se niegan a admitir que hayan dicho alguna cosa falsa o impropia (vers. 13). Dios contradice esa negativa señalando la esencia del problema: su espíritu mercenario y egoísta. No han estado sirviendo a Dios de corazón sincero, sino con la esperanza de obtener provecho y ventaja personal (pp. 34-35). Con una actitud completa e incurablemente desafiante están listos a poner a Dios a prueba. Declaran su disposición de enjuiciarlo, por así decirlo, con la confianza temeraria de que probarán que sus acusaciones contra ellos no tienen base (vers. 14-15). 
    En los cap. 3: 16-18 y 4: 2 Dios reconoce que hay unos pocos fieles en Israel que le permanecen leales, y les asegura su amor inalterable. Al mismo tiempo (cap. 4:1, 3) advierte a los impíos de la suerte que correrán en el día del castigo final. El mensaje de Malaquías termina con la seguridad de que antes del gran día de Jehová aparecerá su mensajero que le ayudará en la obra de preparar a su "tesoro" para su corona y que lo preservará durante el día del castigo (caps. 4: 4-6, 2; 3: 17). 
    El mensa e de Malaquías es particularmente apropiado para la iglesia de hoy, y es comparable al mensaje para Laodicea de Apoc. 3: 14-22. Como los laodicenses, los Judíos de los días de Malaquías eran completamente insensibles a si¡ verdadera condición espiritual, y no sentían necesidad "de ninguna cosa" (Apoc. 3: 17). Eran pobres en lo que atañe al tesoro celestial, ciegos en cuanto a sus errores, y desnudos, o desprovistos del carácter perfecto de Jesucristo (vers. 17). Como el hombre de la parábola que no tenía vestido de bodas (ver com. Mat. 22: 11-13), estaban delante del Rey del universo, despreciando el vestido de la Justicia divina, y contentásemos con sus propios harapos morales. 
    5. Bosquejo.- 
    I. El amor divino no es apreciado ni correspondido, 1: 1-6. 
    A. Introducción, 1: 1. 
    B. El amor eterno de Dios para Israel, 1: 2-5. 
    C. Israel deshonra y menosprecia a Dios, 1: 6. 
    II. Degeneración de la vida religiosa, 1: 7 a 2: 17. 
    A. Fracaso en distinguir entre las cosas sagradas y comunes, 1:7-10. 
    B. Fracaso de los Judíos en su misión a los gentiles, 1: 11-12. 
    C. Fracaso de los sacerdotes en la conducción espiritual, 1: 13 a 2: 13. 
    D. Fracaso en la aplicación de los principios de la religión a la vida diaria, 2: 14-17. 
    III. Un emplazamiento ante el tribunal, 3: 1-15. 
    A. Una amonestación en cuanto al día del Juicio, 3: 1-6. 
    B. Una acusación específica por robo a Dios, 3: 7-12. 
    C. Una acusación por menospreciar a Dios, 3: 13-15. 
    IV. Preparación para el día del Juicio, 3: 16 a 4: 6. 
    A. Rescate de los que temen al Señor, 3: 16-17. 
    B. Aniquilación de los que desprecian al Señor, 3: 18 a 4: 1, 2. 
    C. Se asegura la conducción divina para los que temen al Señor, 4: 2, 4-6. 1146 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE ZACARIAS

    El Libro del Profeta ZACARIAS 
    INTRODUCCIÓN 
    1. Título.- 
    El libro lleva el nombre del personaje cuyas profecías presenta. Zacarías, Heb. Zekaryah, significa "Yahweh recuerda", o "Yahweh se ha acordado". Zacarías era un nombre común entre los judíos. 
    2. Paternidad literaria. - 
    Zacarías probablemente era levita, y pudo haber sido sacerdote (Neh. 12: 16; cf. Zac. 1: 1). Zacarías es llamado "hijo de Iddo" en Esd. 5: 1 y 6:14; esta designación puede entenderse por el intercambio común de la palabra "hijo" por "nieto" (ver com. 1 Crón. 2: 7). 
    Es casi seguro que Zacarías nació en Babilonia. Empezó su ministerio unos 16 años después del regreso del cautiverio, o sea en 520/519 a. C. Si hubiese nacido después del regreso del cautiverio, su llamamiento al ministerio profético hubiera tenido lugar en una edad muy temprana. La fecha más tardía que presenta en su profecía es el 4.º año de Darío (cap. 7: 1); sin embargo, lo más probable es que el profeta Zacarías viviera hasta ver la terminación de la construcción del templo unos años después, en 515 a. C. (ver com. Esd. 6: 15). 
    3. Marco histórico.- 
    Zacarías fue contemporáneo de Hageo (Zac. 1: 1; Hag. 1: 1). Para el fondo histórico, ver las pp. 1095-1096. Ver también el t. III, pp. 322-324. 
    4. Tema.- 
    Tanto Zacarías como Hageo fueron llamados por Dios para animar a aquellos judíos que, debido a la oposición enemiga que culminó en los días del falso Esmerdis (522 a. C.), habían dejado de construir el templo (ver t. III, pp. 71-72). Las profecías de Zacarías "llegaron en tiempo de gran incertidumbre y ansiedad" cuando "les parecía a los dirigentes que el permiso concedido a los judíos para edificar estaba por serles retirado" (PR 425). Sus mensajes, que tratan de la obra de Dios y los planes divinos para la restauración, tenían por objeto animar el celo decadente de los judíos. Como resultado de los mensajes inspiradores y del liderazgo de Hageo y Zacarías, la construcción del templo pronto fue terminada (Esd. 6: 14-15). 
    Los mensajes de Zacarías, que describen el glorioso futuro de Jerusalén, fueron condicionales (Zac. 6: 15). Por causa de que los judíos, cuando volvieron del cautiverio, no cumplieron con las condiciones espirituales de las cuales dependía su prosperidad, no se cumplió el propósito original de las profecías. Sin embargo, ciertos aspectos se cumplirán en la iglesia cristiana (ver pp. 32-38). 
    5. Bosquejo.- 
    I. Promesas de restauración, Zac. 1: 1 a 6: 15. 
    A. Introducción y exhortación a seguir al Señor, 1: 1-6. 1108 
    B. Ocho visiones, 1: 7 a 6: 8. 
    1. Primera visión: los jinetes, 1: 7-17. 
    2. Segunda visión: los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros, 1: 18-21. 
    3. Tercera visión: el varón con el cordel de medir, 2: 1-13. 
    4. Cuarta visión: Josué y Satanás, 3: 1-10. 
    5. Quinta visión: el candelabro de oro y los dos olivos, 4: 1-14. 
    6. Sexta visión: un rollo que volaba, 5: 1-4. 
    7. Séptima visión: el efa y la mujer, 5: 5-11. 
    8. Octava visión: los cuatro carros, 6: 1-8. 
    C. El advenimiento y la obra de Cristo: el Renuevo, 6: 9-15. 
    II. Reprensión del pecado y exhortación a Injusticia, 7: 1 a 8: 23. 
    A. Condenación del ayuno hecho con hipocresía, 7: 1-14. 
    1. La delegación de Bet-el, 7: 1-3. 
    2. El ayuno no sincero condenado, 7: 4-7. 
    3. Definición de la religión verdadera, 7: 8-1 
    0. 
    4. La rebelión voluntaria y sus resultados, 7: 11-14. 
    B. La restauración basada en la obediencia, 8: 1-23. 
    III. La destrucción del enemigo y la liberación de Israel, 9: 1 a 14: 2 1. 
    A. Primera profecía, 9: 1 a 11: 17. 
    1. Destrucción de las naciones paganas vecinas, 9: 9-17. 
    2. El Rey justo sobre un Israel unido, 9: 9-17. 
    3. Dios, no los ídolos, el origen del triunfo, 10: 1-7. 
    4. Reunión del pueblo de Dios de todas partes del mundo, 10: 8-12. 
    5. La parábola del pastor, 11: 1-17. 
    B. La segunda profecía, 12: 1 a 14: 2 1. 
    1. Las naciones enemigas derrotadas, 12: 1-9. 
    2. Se derrama el espíritu de gracia y de súplica, 12: 10-14. 
    3. La purificación espiritual de Jerusalén, 13: 1-6. 
    4. El Buen Pastor es herido, 13: 7-9. 
    5. La purificación de Jerusalén mediante una guerra, 14: 1-7. 
    6. La renovación de la tierra y el Señor reconocido como Rey, 14: 8-11. 
    7. Castigos sobre los paganos, 14: 12-15. 
    8. Castigos sobre el remanente que rehusa rendir culto, 14: 16-21. 

COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA LIBRO DE AGEO

El Libro del Profeta HAGEO 
    INTRODUCCIÓN 
    1. Título.- 
    El título del libro es sencillamente el nombre del profeta que fue su autor. Hageo, Heb. Jaggai, significa "festivo", lo que quizá sugiere que nació en un día de fiesta. 
    2. Paternidad literaria.- 
    Hageo fue el primero de los tres profetas menores postexílicos. No se sabe nada de él más que lo que está revelado en su profecía y lo que de él se dice en el libro de Esdras (Esd. 5: 1; 6: 14). Algunos creen que era tan anciano cuando escribió las profecías de su libro, que había visto el templo anterior (ver com. Hag. 2: 3). Sin embargo, cualquiera hubiera sido el caso, Hageo puede ser considerado como un eslabón que vincula el templo antiguo con el nuevo. 
    3. Marco histórico.- 
    Cuando Ciro el Grande derrotó a Babilonia (539 a. C.) instituyó inmediatamente una política de conciliación hacia la religión de la nación vencida, hasta el punto de mostrar deferencia al Dios babilónico Marduk. Esta política de conciliación con los sentimientos religiosos de los pueblos vencidos de su imperio se muestra en su decreto que permitía el regreso de los judíos y la reconstrucción del templo judaico de Jerusalén (Esd. 1: 1-4). Aprovechándose de este decreto, un grupo comparativamente pequeño de exiliados, bajo la dirección de Zorobabel (o Sesbasar; ver com. Esd. 1: 8), descendiente de David, regresaron a su patria y poco tiempo después pusieron los cimientos del segundo templo (Esd. 2: 64; 3: 1-10). Durante todo el tiempo de los reinados de Ciro y su sucesor, Cambises, los enemigos de los judíos trataron de conseguir un edicto real que detuviera esa obra (Esd. 4: 5). Sin embargo, el Señor se interpuso a favor de su pueblo (ver com. Dan. 10: 12-13), e impidió que esos enemigos tuvieran éxito. Así se mantuvo abierto el camino para que los repatriados prosiguieran con la reconstrucción de la casa del Señor. 
    Sin embargo, después de un principio tan halagüeño, el trabajo del segundo templo avanzó cada vez con mayor lentitud hasta que virtualmente cesó, debido principalmente a la oposición continuada y los obstáculos puestos por los samaritanos (Esd. 4: 1-5). Los repatriados se descorazonaron y empezaron a cultivar sus propias tierras y a edificarse moradas. Los que lloraban cuando se pusieron los cimientos del segundo templo (ver com. Esd. 3: 12) no se dieron cuenta cuánto contribuía su ejemplo al desánimo de los que procuraban restaurar la casa de Dios. 
    Después de la muerte de Cambises, tuvo lugar el breve reinado del falso Esmerdis (en 522 a. C.), lo cual fue grandemente perjudicial para los repatriados. Evidentemente los vengativos samaritanos al fin consiguieron que ese rey -descrito por 1096 Darío como destructor de templos-, diera un decreto para detener el trabajo en Jerusalén (PR 419-420). Todas estas cosas indujeron a los repatriados a declarar que no había llegado el debido tiempo para reconstruir el templo (ver com. Hag. 1: 2). Cuando el pueblo dejó de trabajar en la casa de Dios y dedicó su atención a sus propias casas y tierras, el Señor lo castigó con una sequía , y lo hizo fracasar en todos sus planes. Durante más de un año fue descuidado completamente el templo. Mientras tanto, el falso Esmerdis fue muerto por Darío, quien ocupó el trono y anuló los decretos de Esmerdis. 
    El Señor llamó a su servicio a los profetas Hageo y Zacarías para hacer frente a esta deplorable situación de letargo espiritual. Sus mensajes de amonestación y reprensión, de exhortación y ánimo, llevaron al pueblo a la acción, hasta que finalmente el trabajo del templo fue reanudado en el 2º año de Darío (Hag. 1: 14-15). Fue sólo después de que el pueblo realmente reanudó el trabajo del templo, confiando en la protección de Dios, cuando Darío, rey que procuraba emular a Ciro en muchas maneras, dictó otro decreto oficial para la reconstrucción del templo. Esto confirmó y fortaleció el decreto original de Ciro (Esd. 5: 3 a 6: 13). Bajo el liderazgo inspirador de los profetas Hageo y Zacarías, de Zorobabel gobernador de los repatriados, y del sumo sacerdote Josué (Esd. 5: 1-2; 6: 14), el pueblo prosiguió su trabajo con energía y celo y completó la construcción del templo en el 6º año de Darío (Esd. 6: 15). De modo que teniendo en cuenta los resultados inmediatos y evidentes, debe considerarse a Hageo como uno de los profetas de más éxito. 
    4. Tema.- 
    Los cuatro mensajes que constituyen el libro de Hageo tenían el propósito de reanimar el espíritu desfalleciente del pueblo, e inspirarle con el deseo de hacer grandes cosas para Dios. Hageo se dio cuenta de la importancia del templo como la sede visible de la presencia de Dios, y como el vigoroso vínculo que se necesita para mantener unida a la nación en su lealtad al pacto y en su obediencia a la ley. Hageo alentó a los repatriados para que se esforzaran en todo lo posible para la reedificación del templo. 
    El mensaje de Hageo recibió -tanto de parte del pueblo como de los gobernantes- una respuesta más favorable y pronta que la que se dio a cualquier otro profeta. Por contraste, el mensaje de jeremías fue repudiado abierta y totalmente. En realidad, la mayor parte de los profetas encontró oposición, la que se manifestó en forma de apatía y hasta desdén y persecución. Pero Hageo se destaca como el profeta de más éxito, si la aceptación inmediata de su mensaje puede considerarse como la medida del éxito de un profeta. El noble ejemplo de los dirigentes y del pueblo es muy digno de emulación hoy día. 
    La casa del Señor se terminó en un tiempo notablemente breve gracias a un espíritu de cordial cooperación entre los israelitas. El mismo espíritu en nuestros días conducirá a la terminación de la construcción de la casa espiritual de Dios, y al establecimiento de su reino eterno (1 Ped. 2: 5; cf. 
    Mat. 24: 14). Si hubiese continuado el espíritu manifestado por los, judíos en el tiempo de Hageo, las gloriosas promesas hechas a los padres por los profetas pronto habrían hallado su cumplimiento, el Mesías hubiera venido (PR 519-520) y muerto, y habría empezado su reino eterno (ver t. IV, pp. 29-34). El mensaje de Hageo para la iglesia de hoy día no es sólo de advertencia y amonestación sino también de gran estímulo. 
    5. Bosquejo.- 
    l. El primer mensaje de Hageo, 1: 1-15. 
    A. Reprensión de la indiferencia, 1: 1-6. 
    B. La razón de la sequía, 1: 7-11. 1097 
    C. Reacción del pueblo frente al mensaje del profeta, 1: 12-15. 
    II. El segundo mensaje de Hageo, 2: 1-9. 
    A. Consuelo a los que lloraban el templo anterior, 2: 1-5. 
    B. La gloria del nuevo templo sobrepasará a la el templo anterior, 2: 6-9. 
    III. El tercer mensaje de Hageo, 2: 10-19. 
    A. No basta un formalismo religioso, 2: 10-14. 
    B. El pueblo debe obedecer para recibir las bendiciones de Dios, 2: 15-19. 
    IV. El cuarto mensaje de Hageo, 2: 20-23. 
    A. La derrota de las naciones que se oponen a Dios, 2: 20-22. 
    B. Una promesa personal a Zorobabel, 2: 23.